Después de la muerte de Mao en 1976, en China se impusieron las ideas pragmáticas de Deng Xiaoping:

“No importa que un gato sea blanco o negro con tal de que cace ratones”. Implantó su visión: “Un país, dos sistemas”.

Coexistiendo con el comunismo, creó zonas económicas especiales, donde se aplicó un modelo económico neoliberal que atrajo enormes inversiones extranjeras e impulsó un vigoroso crecimiento económico. Durante 28 años seguidos el PIB creció a tasas de 2 dígitos. China pasó a ser la segunda potencia económica del mundo.

Demandó enormes cantidades de recursos naturales desencadenando hacia el año 2000 un prolongado “superciclo de commodities”, lo que propició un aumento vertiginoso y sostenido en el precio de las materias primas, entre ellas el petróleo.

El impacto en la América Latina fue inmenso. Una ola de estatismo recorrió la región. Muchos gobernantes se creyeron todopoderosos y se desencadenó una marejada de populismo y corrupción. Chávez, Lula, Dilma, los Kirchner, Fernando Lugo, Evo Morales, Daniel Ortega, Maduro, Zelaya y otros fueron el resultado.

En Venezuela Chávez se creyó un semidiós y progresivamente fue destruyendo las instituciones democráticas que limitaban su poder. Creyó que el petróleo seguiría alto para siempre.

China necesitaba las materias primas y se transformó en fuerte inversionista y prestamista en toda Latinoamérica. Pero a ningún país le prestó tanto dinero como a Venezuela, al superar los 60.000 millones de dólares.

Para no correr riesgos, la mitad solo podía ser utilizada para comprar bienes chinos, con lo cual revertían directamente en beneficio de su propia economía. Por eso, Venezuela cuenta hoy con tres satélites y con toda la quincallería china, incluidos taladros de perforación petrolera, automóviles, electrodomésticos, autobuses, cauchos, etc., algunos de dudosa calidad.

Obtuvo extensas áreas para la explotación petrolera en la faja del Orinoco y jugosos contratos de obras públicas, asignados a dedo, porque nunca fue muy exitosa a lo hora de competir en licitaciones públicas.

No cumplió China con buena parte de las inversiones ofrecidas. Tal fue el caso de la refinería de Cabruta, con una inversión de 14.000 millones de dólares que nunca salió del papel.

Ya no quiere darle dinero fresco al régimen, pues este no cumple con los pagos prometidos en petróleo. Pero China nunca se engañó. Basta con revisar los informes de Dagong Global Credit, su calificadora de créditos soberanos. Veamos algunas frases extraídas de varios de esos informes con respecto a Venezuela:

*“Los desbalances estructurales de la economía y la seguridad social en deterioro resultan en un descontento público cada vez mayor frente al gobierno”.

*“Serios desbalances macroeconómicos arrastran a Venezuela en el corto plazo a una recesión y exacerban el riesgo de tensiones sociales”.

*“Su elevado déficit fiscal, sus insuficientes reservas internacionales y las presiones hacia significativas devaluaciones de su moneda local contribuyen a una evidente tendencia de deterioro en los niveles de solvencia del gobierno”.

*“A corto plazo, el riesgo de una escalada de conflictos políticos internos aumentará significativamente”.

*“La emisión excesiva de moneda conduce a Venezuela a la hiperinflación, y, por tanto, su entorno de crédito se deteriora continuamente”.

*“La sombría perspectiva de la reestructuración de la deuda causa una considerable incertidumbre”.

*“Venezuela no tiene capacidad de crear riqueza por sí misma, mientras que las fuentes de pago de la deuda son muy frágiles, por lo tanto, hay riesgo de una baja solvencia en los futuros pagos que deba efectuar el país”.

Aunque presta a hacer buenos negocios, China detesta la inseguridad jurídica y no está dispuesta a correr riesgos en Venezuela, como tampoco estuvo dispuesta a hacerlo en Zimbabue, donde fue el principal soporte económico del dictador Robert Mugabe. Cuando dejó de ser viable, sencillamente le dio la espalda.

Sin duda, se sentiría más segura con cualquier otro gobierno con el que pudiera sostener relaciones más serias. China no se desviará de sus metas ni emprenderá aventuras para salvar a nadie. Hoy en día es una nación ajena a dogmatismos.


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