El desarrollo de modelo de negocios basados en vehículos eléctricos está ya arraigados en Europa, Asia y Estados Unidos. América Latina aún está entendiendo la vitalidad y necesidad de los vehículos eléctricos. No es un contrasentido pensar y comentar sobre vehículos eléctricos desde Bolivia, capital del gas del Cono Sur latinoamericano o desde Venezuela, entre las cuatro potencias con reservas de petróleo del globo, y ambas aquejadas por ausencia de libertad.

Estamos anticipando el futuro, que será esplendoroso, para ambas naciones, una vez reconquistados anhelos de liberalismo e innovación.

La descarbonización de la economía, la utilización de menos fósiles en la industria y principalmente en el transporte van a generar importantes cambios de consumo y la sociedad está adaptándose de a poco.

Uno de esos game-changers es el uso de la electricidad –desde vías menos contaminantes como el gas natural o las renovables– para el transporte.

Uno de los fabricantes japoneses de vehículos, Nissan, apostará por vehículos “verdes”: ya presentó su primer auto híbrido para México y para inicios de 2018 preparará la introducción de su nueva generación de coches eléctricos.

Y China está tomando la delantera en el mercado de vehículos eléctricos, siendo China uno de los mayores contaminantes del medio ambiente por el uso indiscriminado de carbón y petróleo en su matriz energética.

La norteamericana Ford junto con aliados locales en China, confiando en que la normativa estatal va a mejorar aún más para promocionar el uso de renovables en transporte masivo, presentarán varios modelos de vehículos eléctricos hasta 2025.

En China la infraestructura para la electrificación mejoró, ahora restará generar que la sociedad (los clientes) acepten y se acostumbren a los nuevos vehículos eléctricos, tomando en cuenta el gran bien que van a hacerle al medio ambiente.

China, contrariamente a lo que se piense, está introduciendo cambios normativos, como exenciones fiscales y subsidios para la compra de autos, y está promocionando que el Estado –y sus instituciones– utilicen vehículos de nuevas energías. Ese paquete de normativas estatales incluye que, por ejemplo, los bancos que deseen puedan otorgar créditos a interesados en adquirir vehículos eléctricos (a partir de 2018, quienes compren autos eléctricos podrán pedir prestado hasta 85%) como una fórmula para estimular que las personas se endeuden por un vehículo que, además de ser altamente tecnológico, innovador, va a contribuir de manera directa a limpiar el medio ambiente de CO2.

BMW group puso en circulación 100.000 en todo el mundo en 2017, señalando claramente el camino de la movilidad eléctrica.

Paralelamente a esfuerzos como los desplegados por compañías automotrices en unirse a la “onda verde” y al uso de electricidad en vehículos, hay investigación, desarrollo e inversiones en litio, mejorando costes de producción dado que litio y los vehículos eléctricos van de la mano.

Argentina y Australia atraen la mayor cantidad de nuevos proyectos de litio. En Bolivia existe una gran reserva de litio.

Si el litio no era altamente rentable hace una década hoy, con la revolución de los vehículos eléctricos es parte fundamental de este nuevo paradigma: descarbonizar la sociedad, utilizar electricidad renovable y desarrollo de plantas de litio.

Las baterías son el componente clave para los vehículos eléctricos. Tanto autonomía de carga, precio, desarrollo de velocidad y vida útil del vehículo dependen de la batería.

Hoy las baterías de los vehículos eléctricos son de iones de litio que permiten pasar de autonomía de 200 km, hasta los actuales 500 km, por uso de celdas de batería de iones de litio con níquel y cobalto. El Renault ZOE tiene hasta una autonomía de 400 km por su batería con celdas de litio-níquel-manganeso-cobalto fabricadas por LG Chem. La compañía Tesla emplea celdas de batería de Panasonic. La japonesa Nissan usa NEC.

Sin embargo, esta tecnología aún debe ajustarse en precios y costos. Tanto para mercados emergentes cuanto para fabricantes. De todas formas, nuevas generaciones, desde 2025, podrán acceder a este tipo de tecnología y utilizar vehículos eléctricos.

Naciones de economías fósiles como Venezuela o de economías con energías de transición, con gas como Bolivia, deben estar alertas a la posibilidad de desarrollo de negocios y oportunidades en vehículos eléctricos, junto con el desarrollo de baterías de litio.

Naturalmente los pasos que dio el capitalismo y la ciencia han sido certeros: la investigación y desarrollo en nuevas energías y los vehículos eléctricos son una realidad indiscutible.

Tampoco creo que lleguemos, de momento, a la utopía noruega de vivir sin vehículos: el municipio de Oslo, desde 2015, se puso la meta de estar libre de vehículos para 2019, en su núcleo central urbano. En 2016, 30% de los vehículos adquiridos en Oslo fueron eléctricos. No es un dato menor: Noruega es el país del mundo con mayor número de coches eléctricos per cápita (215,6 por cada 10.000 habitantes), resultado de una amplia política de incentivos. Ojo, que Noruega, petrolera tiene una de las reservas más grandes de dinero producto de su sabia explotación de fósiles.

Las nuevas generaciones van a entender el reto y van a liderar el cambio. Es irreversible. Los vehículos eléctricos van a ser parte vital de la economía de la nueva sociedad a partir de 2030.


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