En días recientes se cumplieron 15 años de la implementación del control de cambio en Venezuela. No necesitó una fiesta ni un vals para su presentación en sociedad, bastante conocido es el daño que le ha hecho a 99,999% de los venezolanos, pero, lamentablemente, el control aún existe porque enriquece a una élite (la que está en el poder). En Venezuela hay muchas historias sobre numerosos casos de corrupción, sin embargo, ninguno le llegará ni cerca a lo que ha significado el actual control de cambio y su otrora brazo ejecutor Cadivi para nuestro país. Los Recadi y OTAC del pasado fueron niños de pecho en comparación.

Debemos recordar que el control se adoptó en el año 2003 en sustitución del régimen cambiario de libre flotación y plena convertibilidad que había en Venezuela. El presidente de entonces vendió la necesidad del control de cambio como un “obligado cambio de reglas para adecuar las políticas económicas y preservar el funcionamiento de la economía”. El paro petrolero venía de generar tanto una caída importante en los ingresos en divisas como una fuerte fuga de capitales e inestabilidad en nuestro país, por lo que para “preservar el valor de la moneda y el nivel de las reservas internacionales”, se tomó esa decisión, la cual, además, nos dijeron que era “temporal”.

Al comienzo del control, la tasa de cambio fue fijada en 1.596 bolívares por dólar para la compra y 1.600 bolívares por dólar para la venta, en virtud de que quienes tomaban las decisiones económicas en el país consideraban que “la última cotización observada durante el régimen de flotación (1.853 bolívares por dólar) se correspondía con factores especulativos de carácter transitorio”. Sin lugar a dudas, podemos decir que desde el inicio mandaron el mensaje de la especulación y la obsesión por fijar precios por debajo del mercado (como, por ejemplo, el último experimento con el nuevo Dicom).

Por aquel año las reservas internacionales totalizaban los 14.058 millones de dólares (desglosados en 11.470 millones de reservas internacionales y 2.588 millones en el fondo de estabilización macroeconómico). Ese nivel de reservas internacionales equivaldría hoy a casi 19.000 millones de dólares, mientras que si comparamos la tasa de cambio de inicio con la nueva tasa Dicom, tenemos un aumento de 1.526.400% (una depreciación de la moneda de 99,9936%). Si la comparación la realizamos con aquella tasa que no se puede nombrar, el aumento sobrepasa 14.000.000%.

Es importante recordar que en febrero de 1999, cuando Hugo Chávez toma posesión de la Presidencia, la tasa de cambio estaba en 0,577 bolívares por dólar (ya con los 3 ceros menos por la reforma monetaria de 2008), las reservas internacionales en casi 21.000 millardos de dólares (a valor de hoy) y niveles de abastecimiento bastante normal (además de pagos de deuda externa bajos si comparamos el flujo de ingreso externo versus amortización externa anual). 19 años han pasado desde esa fecha, pero para el país ha sido tan negativo el experimento de la izquierda autoritaria en el poder que pareciera un siglo perdido.

Luego de 15 años de vida del control de cambio, podemos decir claramente que su saldo es bastante negativo. Hoy tenemos un país en precarias condiciones, en medio de una hiperinflación, con niveles de reservas internacionales que apenas superan los 9.000 millones de dólares, sufriendo el quinto año corrido de recesión y con un default a cuestas que le saldrá muy costoso si no toma cartas en el asunto rápidamente. Un control ofrecido para cuidar la moneda pero que hoy los indicadores apuntan a que es difícil encontrar un período donde la moneda venezolana haya tenido tan bajo valor como el actual.

Aprendieron a sacarle el jugo al control, tanto en negocios como en política; poco les importa el sufrimiento del venezolano. Por eso es que mientras estén en el poder, Venezuela padecerá el chantaje de controles.


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