Con la frase del título de esta columna perteneciente al Libertador Simón Bolívar y pronunciada el 4 de julio de 1811 ante la Sociedad Patriótica comenzó su derecho de palabra el Dr. David Rutman Cisneros, nuestro decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UC; con un excelente y esclarecedor discurso en el Consejo Universitario celebrado el pasado 30 de noviembre a propósito del asalto parajudicial que pretende ejecutar la sala electoral del espurio TSJ, en contra de la voluntad de casi la totalidad del estudiantado de la Universidad de Carabobo.

El decano Rutman Cisneros dijo: “Hoy, en el Consejo Universitario explicamos la autarquía que inspira la autodeterminación de los grupos estudiantiles en la historia de Venezuela, no existe norma jurídica pero sí legitimidad para darse sus propias reglas; el derecho natural es una realidad que tiene su inherencia en el fuero de los individuos y la sociedad, mediante pactos y códigos propios que mientras no alteren el orden público, las buenas costumbres y la ley, coexisten y rigen a grupos determinados. No hay autoridad que pueda decidir sobre ello…”; eso para desvirtuar de raíz las infaustas intenciones de esa sala electoral que pretende anular unas elecciones y al mismo tiempo decir que es otra la ganadora. Vaya desaguisado tiránico.

La Universidad de Carabobo sigue siendo el epicentro de un gran movimiento telúrico que se siente venir. Los estudiantes están unidos, los profesores son conscientes de que no hay otro camino que el de la rebeldía, los empleados y los obreros aunque algunos con el corazón rojo saben que están condenados a muerte bajo este régimen signado por el terror, el hambre y la devastación.

La comunidad carabobeña ha cerrado filas con la Universidad de Carabobo y está dispuesta, una vez más, a hacerle frente a la tiranía. En esta oportunidad, enfrentar con crucifijo en mano, al mismísimo demonio que está en el capitolio de Carabobo, autor intelectual de las malignas y terroristas actuaciones en contra de nuestra centenaria casa de estudios superiores.

Cicpc el látigo del diablo.

No es sentido figurativo, es la auténtica realidad.

Satanás que en mala hora dirige la política del mal en Carabobo, posee un cuerpo de policías para ejecutar el trabajo sucio que él les ordena. Fue de ese modo como apresaron a Iván Uzcátegui y a Ramón Bravo, dos excelentes dirigentes universitarios artífices de la conformación de la plancha unitaria que derrotó las pretensiones de Drácula en la UC; por eso, hoy están en los inmundos calabozos del Cicpc de Plaza de Toros. Como Satán no los pudo doblegar, los mandó a enjaular. Olvidan, no el diablo sino sus carceleros, que la tierra se mueve desde Galileo, y cuando esta tiranía caiga, serán los esbirros los primeros en ser condenados. Junto con ellos aquellos fiscales y jueces que le tendieron la alfombra al bandidaje gubernamental. Nunca lo olviden señores carceleros, sus jefes huirán, porque ya ustedes habrán escuchado quiénes son las primeras en abandonar el barco cuando se está hundiendo, pero ustedes tendrán que quedarse a enfrentarse a la ira de un pueblo sufrido y maltratado. Nos corresponderá a los universitarios procurar calmar la ira para cambiar sus deseos de venganza por lo que hemos aprendido en las aulas y enseñamos en la universidad, es decir, transformar la ley del talión “del ojo por ojo y diente por diente” por la auténtica justicia, en la que se respeten los derechos, esos mismos derechos que hoy ustedes le han negado a Iván y a Ramón.

Luchar hasta que caigan.

Desde todos los espacios donde me encuentro no me asiste un interés distinto al de hacer caer a esta tiranía que nos ha empobrecido y dividido como pueblo. Por eso, asumo y valoro los riesgos. Sus amenazas son constantes, desde mi encarcelamiento hasta el envío de sicarios. Desde luego, los cobardes nunca dan la cara y prefieren contratar individuos de baja ralea para hacer lo que ellos, personalmente, jamás se atreverían. Aunque les suene temerario, no le tengo miedo a sus amenazas porque lo peor que me pudiera pasar es permitir que sigan destruyendo y engañando al país sin que hagamos nada. Con el entendido de que no habría peor peligro que el de resignarnos a vivir en la indigencia y estar sometidos como esclavos y a merced de los caprichos de la maldad. Por eso te invito a ti, a todos los venezolanos que hoy ven amenazada sus vidas y la de sus familiares a manos de esta tiranía, a no huir, sino a que luchemos juntos hasta que salga el tirano y la tiranía, es no solo nuestro derecho a la legítima defensa que nos faculta para tal fin, sino que, además, se erige como la mayor de las responsabilidades históricas que tenemos con nuestra nación.

Carabobo necesita un exorcismo.

El diablo se hace el «gracioso» para atraer incautos. Una de las grandes ventajas que tiene Satanás es que muchos creen que el diablo no existe. Cuando hay un pueblo poco creyente o descuida el poder de Dios, allí emerge la oportunidad del demonio para manifestarse en diversas modalidades. Aquí se nos presentó como murciélago y además “chistoso”.

Tiene aduladores que lo acompañan en sus mentiras. Venezuela, y particularmente Carabobo, necesitan la fuerza de la oración.

No es una lugar común lo que aquí escribo, debo advertirlo, acá en Carabobo llegó un ser diabólico con lenguaje soez que propugna los antivalores para seguir destruyendo la mente de los ciudadanos. Solo basta leer sus redes o sus mensajes. Le rinde culto a la procacidad. Construye expedientes contra sus enemigos con argumentos extraídos del soborno y de las amenazas. El diablo tiene muchas herramientas, pero la gente de bien tiene a Dios, la fuerza de la oración, y si a ese ser supremo le agregamos nuestra determinación y coraje, tengan la seguridad de que la tiranía caerá.

Apretado abrazo.


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