“Logramos vencer el miedo, la represión y las amenazas. El logro más importante es que hemos trascendido el país”. Con estas palabras, Marlon Díaz, nuevo presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad de Carabobo, selló el gran mensaje que estas elecciones universitarias le dieron al país: la unidad es posible y necesaria para enfrentar victoriosos las trampas recurrentes del gobierno.

Muchos, en su miopía y desesperanza aprendida, han intentado minimizar esta victoria estudiantil, sin darse cuenta de que se ponen de espaldas a una verdadera hazaña liderada por nuestros jóvenes, los que, pese a todo, aún siguen creyendo en que la recuperación de la libertad de todos los espacios del país es posible. Sumaban más de 11 años sin elecciones universitarias por órdenes directas del gobierno a través del Tribunal Supremo de Justicia, pero apenas les abrieron una rendija, no dudaron en entrar. No se quedaron en las lamentaciones ni la lloradera porque no tenían las condiciones justas para el proceso, sino que se organizaron para enfrentarlo. Lograron que convergieran 25 partidos y movimientos políticos estudiantiles en una gran unidad como único mecanismo para poder hacerle frente a tanto ventajismo oficialista, encabezado por el gobernador de la entidad.

“Dimos una gran demostración de unidad al país, le dijimos que es necesario unirnos. El resultado de este gran proceso, que nos puso de frente a una maquinaria gubernamental que pretendió utilizar sus recursos para minimizarnos, es que nosotros, con las uñas y con los poquitos recursos que teníamos, pudimos adaptarnos y vencer”, dijo el nuevo presidente de la FCU de Carabobo, que está muy claro en la posibilidad de que el gobierno insista en desconocerlo, pese a que los estudiantes mantienen en su poder todas las actas del proceso.

Y es allí precisamente donde radica la inteligente estrategia de estos muchachos: participar y no regalar los espacios, aun sabiendo que todos los escenarios les son adversos. Si el gobierno pretendiese desconocer su triunfo, estaría obligado a reincidir en trácalas evidentes y probadas que pueden sustentar cualquier expediente, pero nunca le cederán la victoria por forfait.

Nuestros muchachos no son comeflores, por el contrario, a Dios gracias salieron más inteligentes y pragmáticos que muchos de los que hoy ocupan la escena política nacional. Mantienen el ímpetu por lograr sus objetivos, cosa que pareciera que nuestros dirigentes han perdido con los años. Nuestros estudiantes han entendido que la pelea es peleando, no quedándose de brazos cruzados pensando en pajaritos preñados. Su lucha se mantiene en los espacios físicos, no en un Twitter donde solo abundan las críticas y las soluciones mágicas; una red donde reina la descalificación entre los que, en teoría, deberían remar para el mismo lado.

¿Podrá este triunfo universitario en Carabobo servir de sacudida al entreguismo y pasividad que se han adueñado de la vida de los venezolanos? ¿Será la chispa que despierte las ganas de rectificar el camino para lograr objetivos concretos? ¿Seguiremos sentados esperando la llegada de los marines o decidiremos transitar, de una vez por todas, el camino de la cordura? ¿Serán nuestros políticos capaces de hacer un acto de contrición y restablecer la relación de confianza con los venezolanos, y viceversa?

Parecieran existir visos de leve mejoría, aunque preferiría no cantar victoria. Los tres partidos políticos más importantes dentro de la oposición han coincidido en desmarcarse de la corriente radical y priorizar la necesidad de retomar el camino electoral. Hablo de Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo. Se han dado cuenta de que abandonar ese escenario constitucional le ha hecho un grave daño a la lucha política nacional. Estos primeros pasos, al unísono, hacen ver que se está comenzando a trabajar en bloque en torno a un solo objetivo: el cambio de gobierno y su sistema político.

Terminemos de entender algo: el respaldo de la comunidad internacional y sus medidas han sido muy importantes en esta lucha, pero no suficientes por sí solas. Mientras a lo interno no haya cohesión, una clase política capaz de entenderse y unificar criterios para llevar al país a puerto seguro, el juego seguirá trancado para el cambio, lo que se traduce directamente en buenas nuevas para el gobierno y su intención de mantenerse en el poder aunque para eso deba pasar por encima de los cadáveres de los que mueren de hambre y de enfermedades no atendidas, o gobernar un país solitario, diezmado y sombrío.

Blog: gsocorro.wordpress.com


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