Si el cuadro histórico es común e indivisible, se deberían examinar todas y cada una de las manifestaciones que condicionan las relaciones entre las naciones, y al lado de los conceptos poner los datos explicativos y complementarios. Se podrían configurar, desde un punto de vista geopolítico y geoeconómico, el bilateralismo, el multilateralismo, los procesos de integración, causas y efectos que pueden llegar hasta la configuración del proceso constitutivo de un nuevo orden mundial que empieza por la aceptación del sistema capitalista de mercado por China y Rusia, quienes con las características políticas y económicas que las identifican, tienden a ampliar sus áreas de influencia en el mundo.  

En estas pocas líneas sería pretencioso realizar un análisis adecuado, pero sí podemos indicar un aspecto fundamental que en el contexto global asume la situación de Venezuela, tanto por la posición geográfica determinante en el Caribe, tanto por el valor específico de la conducción política que caracteriza el régimen castro socialista bolivariano al servicio de la izquierda internacional, a espalda de los intereses de la nación, de sus tradiciones libertarias históricas y culturales, del nivel socioeconómico alcanzado en el tiempo con los sacrificios de generaciones de venezolanos hasta ser negados por el mar de la felicidad de la revolución bonita.

Pensamos en una referencia sinóptica de la frustración que caracteriza la profunda desesperación de la entera población reducida a instrumento del ejercicio del poder del extranjero por un régimen dictatorial, pues se ha transformado la calidad y dimensión de la crisis, trasladando el fenómeno controlable en los muros de contención de un imperfecto sistema democrático en una constante, difícil de frenar y de la cual será aún más difícil salir: «Nadie que tenga equidad como analista puede sostener la tesis de la transitoriedad de la crisis». Así que las falsas promesas, el fácil populismo, no tienen más cabida en la realidad de la sociedad venezolana y esto lo deben saber los políticos de cualquier origen y proveniencia, socialista o no, demócratas o no, liberales o no, so pena de su credibilidad. La ayuda humanitaria es algo sumamente importante para la supervivencia, no la solución de los abastecimientos alimentarios y de medicamentos que se necesitan y que pueden ser producidos y no importados. 

El petróleo, el hierro, el acero, el coltán, el uranio, el oro sirven para el atraso, la malversación, la corrupción, la entrega, el sometimiento. A la escasa capacidad tecnológica y productiva se ha aunado el acercamiento al mercado de todas las riquezas del país por instituciones jerarquizadas que realizan las transacciones sobre la base de líneas verticales de toma de decisiones que distorsionan las finalidades públicas para las privadas y para el proyecto político: la posible riqueza ha sido reflejada en la imagen de pobreza del país y sirve de decorado de alguna conciencia inescrupulosa y cínica, pero al mismo tiempo alimenta la pasión para un proceso de recuperación y transformación.

Por supuesto, se necesita el cambio que corrija el sesgo político en el cual el país está sumergido, para radicar, con antítesis ideológica firme y clara, los valores de la ética y los principios del Estado de Derecho que llevan el mensaje para la teoría y la acción. Y esto necesita la unidad de la oposición, pero esta no solo es una confluencia de números, sino una propiedad: su esencia se sustancia en los objetivos, las modalidades que se van a ejecutar, la transparencia de las relaciones entre los factores que la constituyen.

Se debe realizar la unidad con estos propósitos y avanzar sin titubeos, con firmeza, porque la esperanza y anhelo de los ciudadanos venezolanos no puede pasar de la presunta sumisión al «imperio capitalista» a la sumisión irreversible a los «imperios socialistas» ruso y chino, presentes con sus militares en el territorio nacional, ciertamente para tutelar sus respectivos intereses, pero al mismo tiempo se vigilan mutuamente.

De la neocolonización cubana, en la cual el sometimiento y control de la población en general y de la Fuerza Armada en particular han sido oportunamente programados por los especialistas del G-2, se ha pasado, casi en forma silenciosa e inadvertida, en una fase en la cual los acreedores, China y Rusia, ocupan el territorio y el sistema productivo de la nación según las específicas peculiaridades: cierto en soporte del régimen que ha promovido las condiciones de la mayor dependencia vivida por país en el curso de su historia.

En efecto, la cooperación con los países mencionados ha creado estratégica y concretamente presupuestos para una ulterior fibrilación e inestabilidad interna, regional e internacional, que largamente supera los desajustes de la influencia cubana en Venezuela, por ubicarse a un nivel de provocación y amenaza que alcanza la constituida en 1962 por los misiles de Rusia, sucesivamente desmantelados por la reacción de Estados Unidos, que aseguró a Cuba posibilidades de subsistencia.

Pues el problema de fondo de la izquierda internacional es propiamente este: ¿cómo garantizar a Cuba la cantidad de dólares suficiente para sustituir el fácil suministro obtenido por el gobierno bolivariano que lo ha restado de las necesidades del pueblo venezolano? La ocupación arriba mencionada tiene esta finalidad y posibilidad, utilizando las riquezas de los venezolanos con la tecnología y capacidades gerenciales de China y Rusia.

¿El pueblo venezolano puede aceptar pasivamente estas condiciones y servir de esclavo sumiso en una condición perenne de servidumbre voluntaria? Ya que la mayoría de la población, no menos de 85%, constituye la fuerza primordial en contraposición al gobierno, la oposición con la necesaria unidad y con los medios y la legalidad que le otorga la Constitución, debe organizarse en todo el país para enfrentar la realidad, así como hizo en los procesos históricos vividos en el siglo XX, recuperar su identidad, independencia y soberanía.

La crisis actual, además que por sus características económicas y sociales,   debe entenderse sobre todo como otro momento de un largo y secular fenómeno para el descubrimiento y conquista de la libertad frente a la usurpación a la cual Venezuela ha sido sometida.

Así el planteamiento se sustancia en la promoción de una autóctona y verdadera democracia que, en el respeto y el reconocimiento de las diversidades, investiga su propio futuro en un modelo de profundidad en el cual elimina verdades cerradas, haciendo del conocimiento, así como lo expresaba felizmente Domingo Maza Zavala, «una acción en movimiento con la cual enriquecerse constantemente».


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