A casi veinte años de la mal llamada revolución bolivariana el saldo no puede ser más catastrófico: tenemos la inflación más alta del mundo, somos uno de los cinco países con mayor índice de criminalidad, el hambre y la desnutrición diezman a la población. Maduro destruye al país y expulsa a millones de venezolanos, hambrientos también de libertad, que se ven obligados a migrar por las terribles circunstancias que sufrimos.

Como en Cuba, presenciamos con horror la aparición de balseros venezolanos que mueren en alta mar antes de llegar a Curazao. Escapar del país se ha vuelto una verdadera obsesión para una gran cantidad de venezolanos. Se trata de una tragedia humana que alcanza a todos y que está desestabilizando a países vecinos con sus propios problemas sociales y económicos.

La emigración venezolana pone en aprietos a muchas naciones. El régimen asesina a los que se rebelan para amedrentar a quienes disienten. Maduro se muestra ante el mundo con la misma estirpe del llamado “Carnicero de los Balcanes”, Slobodan Milosevic, o la del dictador Stroessner de Paraguay, Videla de Argentina o los Somoza de Nicaragua, todos miembros de pleno derecho de la galería de los infames.

No es casual que las sanciones de la Unión Europea a siete altos funcionarios se anunciaran al día siguiente de haberse perpetrado la masacre de El Junquito que conmocionó al mundo y que llevó al prestigioso diario alemán Spiegel a catapultar a Nicolás Maduro como “Carnicero”. Las sanciones de la Unión Europea, que se suman a las de Canadá y Estados Unidos, demuestran que una gran cantidad de países en el mundo están completamente comprometidos con el apoyo al pueblo venezolano, víctima de una feroz crisis humanitaria y de sus aspiraciones de libertad y democracia.

La chilladera

Las sanciones comenzaron a hacerse efectivas el lunes contra Maikel Moreno, presidente del TSJ; Tibisay Lucena, presidente del CNE; Gustavo González López, director del Sebin; Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV; Antonio Benavides Torres, ex comandante de la GNB; Néstor Reverol, ministro de Interior y Justicia, y Tarek William Saab, fiscal general designado por la espuria asamblea nacional constituyente. Al saber que tienen congelados sus activos, cuentas bancarias y que no podrán viajar a 28 países que integran el bloque comenzaron con la chilladera. Las reacciones no pudieron ser más histéricas, empezando por Diosdado Cabello, que se puso melodramático al afirmar que las sanciones “son un disparo directo al corazón del diálogo” y pidió al presidente aplicar reciprocidad inmediata contra la Unión Europea, especialmente España, a la que amenazó con la expulsión de funcionarios y diplomáticos y hasta de empresas importantes españolas que están en el país.

Maduro escribió en su cuenta en Twitter: “Gobiernos que humillan inmigrantes buscan la paja en el ojo ajeno. Venezuela no se arrodilla ante sanciones inmorales”. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, en nombre de la FANB las consideró un “deplorable acto de injerencismo siguiendo de manera sumisa instrucciones del gobierno de Estados Unidos”. El fiscal Tarek William Saab reapareció descompuesto en escena y sin decir una palabra sobre la ejecución del ex comisario Oscar Pérez y su grupo, se quejó de las acciones de la Unión Europea: “Violan la soberanía, pues bajo el disfraz de sanciones individuales se está atacando a los poderes públicos del Estado y menoscabando la institucionalidad democrática”.

No hablan sino desde la soberanía de la tiranía porque carecen de autoridad democrática y seguirán siendo sancionados por la comunidad internacional hasta su final. 


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