Desde la profundidad de la pobreza y de la tristeza que embarga a nuestra sociedad emerge sin pausa, ni descanso, la desgarradora exigencia de nuestros ciudadanos de concluir con la desgracia que nos castiga, de detener el empobrecimiento que nos consume.

Una aplastante mayoría sueña con derrotar las políticas de Estado, que una agrupación de ciudadanos, inspirada en criterios que la realidad internacional ha demostrado que son equivocados, encontrándose sostenidas por el apoyo de las armas, desarrolla desde una abusiva situación de poder con los trágicos resultados que aparecen en la vida cotidiana, violencia creciente.

La catástrofe económica ha dejado muy claro los negativos efectos de las políticas súper estatistas desarrolladas por el Ejecutivo, ignorando enseñanzas históricas como el respeto a la iniciativa individual y la propiedad privada, soportes esenciales del crecimiento exitoso de la productividad.

Los inquilinos de Miraflores se han comportado, hasta el presente, como unos depredadores; en sus carpetas y en sus chaquetas se han llevado una buena parte del ingreso nacional de casi dos décadas de explotación petrolera exitosa ganancias que no se reinvirtieron en la nación. Exportando el ahorro nacional a diversos grupos de poder de países vecinos, intentado crear una organización política continental, a imagen y semejanza del sueño soviético, destinada a la acumulación perversa de capital y a la conflictividad internacional para esconder sus propósitos. 

Planes muy ajenos a la solución del secular atraso de nuestras economías y de nuestras condiciones de vida y, en consecuencia, de la libertad, de la equidad y de la prosperidad, objetivos históricos de las poblaciones de América y del universo desde tiempos inmemoriales.

Nuestra experiencia histórica ha sido, y continúa siendo, aleccionadora, solos o por separado, en el interior o en el exterior, cultivando parcelas o aspiraciones personales no vamos para ninguna parte, solo hacia más atrás, tal y como ha venido sucediendo desde hace dos décadas, por lo que resulta una exigencia indiscutible ponernos de acuerdo para juntar nuestras fuerzas políticas en un solo contingente, que nos permita efectividad y victorias. Unidad que debe descansar y desarrollarse construyendo un programa, destinado a rescatar la legalidad democrática, respaldada en la Constitución actual, y el cual apunte y trace orientaciones y medidas claras destinadas al rescate de la productividad económica de la República.

Debemos detener y revertir el deterioro de la nación y el empobrecimiento de nuestra población, objetivos esenciales para nuestra existencia como República.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!