Desde que el Poder Ejecutivo convocó a una Constituyente, hemos visto y leído numerosos escritos que asocian esta constituyente con los soviets. ¿Por qué lo hacen?

Al buscar la entrada de la palabra en el DEL, lo primero que resalta es que tanto en México como en Venezuela se usa sin la tilde. Posee cuatro usos y todos giran alrededor de la antigua Unión Soviética. Significa asamblea, convocatoria, concilio o consejo obrero de trabajadores aludiendo directamente a la conformación de estas asambleas que fueron primordiales para el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 y constituyeron la base sobre la cual se apoyó la construcción de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, en primer lugar, y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en el año1922; datos estos que se consiguen con rapidez en la red.

A lo que quiero referirme no es ya a su significado enciclopédico, necesario para contextualizar, sino que busco indagar sobre lo que significa esas asambleas llamadas soviet.

Durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX ocurren en Rusia cambios que liberaron en parte  las estructuras económicas, sociales y culturales mientras que el sistema político, la autocracia zarista, había perdurado intacto. Si a eso se le suma la derrota sufrida ante el Japón, se entiende cómo el caldo estaba listo para que progresara una revuelta.

Los llamados revolucionarios de ese principio de siglo provenían de lo que se ha dado en llamar la intelligentsia, entendida en los términos rusos como cierta categoría de intelectuales. De esa definición pasará a significar lo que hoy día se entiende como un grupo social conformado por personas implicadas en múltiples actividades mentales y creativas cuyo objetivo principal es el avance y la propagación de la cultura.

Dentro de ese grupo ruso destaca el aristócrata Aleksandr Herzen, ideólogo e inspirador de la revolución campesina. Siempre fue contrario al absolutismo y lo que llamaba el régimen de servidumbre. Creó una variedad propia del llamado socialismo utópico, llamándolo “socialismo campesino”, cuyo fundamento era basado en el ideal de una sociedad rusa  que lograría su avance, su progreso mediante la revolución campesina. Herzen fallece en 1870, pero sus ideas fueron semilla para otros pensadores que abrazaron el ideal de una élite revolucionaria, noción que fue llevada a la práctica en 1917.

En 1905, ocurre el conocido Domingo Sangriento, llamado así por el número de muertes ocurridas cuando se reprimió una manifestación pacífica que reclamaba mejoras laborales y económicas, derechos civiles. En ese ambiente, surgen las asambleas de los campesinos y obreros. La aparición de dichas organizaciones ejerció un papel muy importante en el desarrollo de la Revolución de 1905.  Posiblemente, sin esas asambleas, el proletariado hubiese perdido el control del movimiento revolucionario.

De tal manera que en la revolución de 1917 juegan un papel primordial. La Constitución de 1918, con los bolcheviques en el poder, le da a la Unión de Repúblicas Socialistas un sistema inversamente jerárquico y democrático de consejos (soviet) de obreros, campesinos y soldados. En otras palabras, el Estado se constituye de abajo hacia arriba, principio que alimenta la concepción leninista.

No puedo ignorar el papel de los soviets con respecto a los partidos. El soviet lanzaba las consignas, era quien exigía las reivindicaciones de los obreros, ejercía las funciones de los sindicatos, irreales en Rusia en esos años. Era la concreción del arquetipo perseguido por tanto tiempo: batallaba en contra de la autocracia.

Ahí tenemos el modelo que se invoca para una nueva Constitución para Venezuela. La discusión jurídica se la dejo a los especialistas en el tema. Lo que me inspira para escribir este artículo es justamente el modelo inspirador.

El tema amerita mucho más detenimiento en diversos puntos que he esbozado, pero creo son suficientes como para que se vislumbre el objetivo de esa nueva constituyente que será manejada por las comunas y las diferentes organizaciones que están empeñados en bautizar como “populares”.


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