Cuando renace la esperanza se siente un calor en el medio del pecho. Pero la sensación de muchos era como cuando se está a punto de parir, es miedo con ilusión mezclado con un regocijo que no cabe en el cuerpo. Así amaneció este 23 de enero.

Es fácil pensar que así amanecieron aquellos venezolanos que en 1958 estuvieron dispuestos a inundar las calles a pesar del miedo que le tenían a la tiranía. Una maquinaria bien aceitada de líderes les acompañó para que se hiciera la mayor manifestación contra dictadura alguna en Venezuela y se obtuvieron los resultados esperados.

He sido testigo de muchas marchas, he participado en muchas manifestaciones, pero nunca había visto que desde el pueblo de Baruta y sus barrios vecinos bajara gente con banderas y pitos para unirse a un punto de concentración como el de Santa Fe. Al final, esto sí resultó un reencuentro, como dijeron los diputados de la Asamblea Nacional. Por lo menos eso lo llevamos como recompensa, que los venezolanos de todos los estratos sociales pudieran manifestar su rechazo por igual contra el régimen usurpador.

Porque todos estamos padeciendo igual. A todos nos hierve la sangre cuando escuchamos a un ministro decir que un profesor no puede ganar más que un obrero. No es que desmerezcamos al obrero, porque su papel es muy importante en la sociedad, pero el que estudia, el que se prepara, el que además dedica su vida a formar a los ciudadanos del futuro, merece ser reconocido.

Hay países en los que los maestros están encima de todos en la escala salarial. Eso lo debe saber él, que gana un realero, pero no por maestro sino por ser parte de un desgobierno que nos tiene a todos pasando hambre. Y sí, es verdad, a veces se pasa por la universidad pero no se aprende nada, y este ministrito es prueba de ello.

Pero el reencuentro es ya un hecho. Quiero creer que hemos aprendido como sociedad a que la solidaridad es un valor importante y que es básica para reemprender la ruta de la recuperación. Sigo sosteniendo la idea de que pasarán muchos años para recuperar lo que éramos. No hablo de la economía o de la democracia, hablo de la sociedad. Pero por algo se empieza.

Que este reencuentro en las calles no se acabe. Que la llama siga encendida a pesar de que los liderazgos nos desilusionen (que es posible). Que por lo menos el calor de la esperanza nos mantenga vivos.

Por lo menos con ese sentimiento podremos sortear mejor los terribles obstáculos que nos pone este gobierno rojo rojito para vivir decentemente.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!