.

Época fue de grandes ambiciones;

 el pueblo de Colombia estaba herido,

y al palacio, en cuartel ya convertido,

llegaron por la noche tres ladrones.”

Anónimo, c. 1956

María Eugenia Rojas con sus hijos Néstor Iván y Samuel, y su padre, el general Rojas Pinilla, al fondo

Gustavo Rojas Pinilla fue el último de los hijos de un coronel que, siendo jefe militar de Tunja, había participado en la Guerra de los Mil Días del lado del gobierno, contra las guerrillas de los liberales. Terminado el bachillerato ingresó a la escuela militar y para 1923 ya era teniente en Manizales. Siendo ministro de la Guerra Plinio Mendoza Neira, fue enviado a la Alemania nazi para comprar máquinas que permitieran hacer municiones en Bogotá. En el segundo gobierno de López Pumarejo fue a Estados Unidos para adquirir armas y ocupó la dirección de la Aeronáutica Civil, todo bajo los auspicios de Alberto Lleras Camargo, que fue en ambos gobiernos el verdadero poder tras el trono.

Mariano Ospina Pérez, a quien Lleras Camargo entregó el poder, lo hizo comandante de la Primera y Tercera Brigadas, donde pacificó los rebeldes gaitanistas con la ayuda de Los Pájaros, en especial de León María Lozano, alias el Cóndor, lo que le mereció ser ascendido a general y nombrado comandante de la Brigada de Institutos Militares y ministro de Correos.

Elegido Laureano Gómez, a quien Alberto Lleras odiaba por haber sido uno de los promotores la caída de los dos gobiernos de López Pumarejo, aprovechando que el presidente titular había sufrido un infarto, Lleras convenció a Urdaneta Arbeláez, que hacía las veces de presidente, de nombrar como comandante del Ejército a Rojas Pinilla, con la fuerte oposición de Laureano Gómez, que sabía de los vínculos secretos y favores debidos por Rojas a Lleras Camargo.

El 13 de junio de 1953, con el apoyo de Mariano Ospina Pérez, Roberto Urdaneta Arbeláez, Gilberto Alzate Avendaño, Lucio Pabón Núñez, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el Directorio Nacional Conservador y representantes de ambos partidos, Rojas se hizo presidente.

Una Asamblea Nacional Constituyente, que había sido convocada por Laureano Gómez, le ratificó, afirmando que en esa fecha había quedado vacante el cargo. Darío Echandía calificó el despojo de «golpe de opinión», debido al multitudinario respaldo que recibió, promovido en la sombra por el secretario general de la OEA desde Washington.

Aun cuando los historiadores y estudiosos de su gobierno todavía sostienen que, tanto social como políticamente, el país nunca fue más el mismo y que Rojas Pinilla fue derrocado por sus contradicciones con la élite política que controlaba Lleras Camargo, quien, con la ayuda de los sobrinos de Eduardo Santos y sus numerosos amigos de El Tiempo, causaron el abucheo a la hija del dictador el 29 de enero de 1956 que terminó en la matanza de nueve civiles ocho días después en la misma plaza, la otra verdad fue que Rojas Pinilla y su entorno utilizaron  el poder para enriquecerse.

Según la revista Time, Rojas Pinilla se había convertido en el primer ganadero del país con nueve grandes haciendas y miles de cabezas de ganado. “El tambor de alambre de púas se convirtió en símbolo de la nacionalidad sustituyendo el escudo patrio”, dijo el senador Belisario Betancur. Y al referirse a los militares en general decía el magazine gringo, que se habían rodeado de toda clase de comodidades, como equipos importados de televisión, alimentos enlatados, un club de oficiales de fábula, que encontraban fácil la obtención de préstamos para sus negocios, recibían comisiones al efectuar transacciones militares y usaban los obreros del gobierno en sus haciendas.

La más memorable de las constancias de la corrupción de su gobierno la dejó escrita en El Espectador Gabriel García Márquez con «Relato de un náufrago». La historia del siniestro de un destructor, famoso por haber hundido un submarino alemán en aguas del Caribe durante la Segunda Guerra Mundial, en el que murieron seis de sus tripulantes y el único que se salvó contó cómo el buque venía repleto de frigoríficos, televisores y lavadoras de contrabando, causó el cierre del diario y el exilio del reportero.

Las denuncias contra la corrupción de la familia presidencial, hoy se sabe, fueron las causas para que la dictadura cerrara los diarios de la capital, como también algunos de provincias. Un artículo reciente de Carlos Camacho de la Universidad Externado hace un recuento de las actividades punibles del esposo de la única hija del dictador, Samuel Moreno Díaz, padre de los pergenios que han sido condenados por corrupción hace poco.

Dice que, siendo aún soltero, el yernísimo ya en 1949 expedía títulos adulterados o falsas licencias; narra cómo logró ingresar al clan familiar del presidente y ser director del Diario de Colombia, la prensa oficial del régimen, lo que le permitía hacer negocios, como el que menciona Joaquín Paredes Cruz, mediante el cual, tras la aprobación de un contrato por la junta directiva del Instituto de Crédito Territorial de 50 millones de dólares, 6% de esa suma fue a parar al bolsillo del señor Moreno Díaz.

Richard Poole, segundo secretario de la embajada norteamericana, sostiene que recibía dinero para permitir la importación de televisores, y que un empleado de la Philips le había contado que la compañía había pagado a Moreno Díaz un soborno de 100.000 dólares por la venta de 10.000 televisores al Banco Popular y ese dinero había sido depositado en cuentas norteamericanas. El funcionario de la Philips comenta, además, que esas eran apenas unas de las negociaciones en que Moreno Díaz participaba, porque también lo eran otros miembros del clan. Alude, también, que otro empleado de la misma entidad estimaba que el yerno había ganado, solo en el año 1955, cerca de 2.000.000 de dólares y “que el presidente vivía molesto por sus aventuras con mujeres de la vida alegre.”

En 1957 Moreno Díaz fue nombrado miembro de la Asamblea Nacional Constituyente que quiso asegurar la continuidad de Rojas Pinilla en el poder, momento en el cual las noticias de prensa informaban que hacía seis meses no se enviaba café a Venezuela, pero que en Maracaibo había 150.000 bultos, que pertenecían, según sostuvo un capitán de apellido Díaz, a Samuel Moreno. En abril de ese año fueron censuradas las noticias que denunciaban negociados en las carboneras de La Cerrazón en el Magdalena, por un contrato con una empresa italiana cuyo representante era el yernísimo. El artículo trae un cuadro que muestra cómo el patrimonio del esposo de la Nena Rojas había pasado de cero pesos en l952 a $251.000 en 1955. Y el de María Eugenia, de $75.000 a $250.000 para 1955. La revista Visión, proscrita por entonces, sostuvo en un artículo “que la mayor consignación verificada en uno de los bancos de Estados Unidos fue la que hizo doña María Eugenia Rojas de Moreno Díaz”.

En la memoria del juicio que le hizo el Senado a Rojas, el representante Emiliano Guzmán sostiene que en 1952 el patrimonio del matrimonio Rojas-Correa era de $194.500, pero cuatro años más tarde alcanzaba los $6.220.000. Además, sus tres hijos Gustavo, María Eugenia y Carlos aparecían en 1956 sumando un patrimonio de $1.888.394. El documento sostiene que el patrimonio obtenido durante su presidencia podía calcularse en $8.118.394.

María Eugenia Rojas en la revista Semana de febrero de 2019

Asombra, por decir lo menos, que la Enciclopedia de la Biblioteca Luis Angel Arango, redactada para congraciarse con sus padrinos, ignore la abundante bibliografía y los hechos recientes de esta familia ejemplar, y en un capítulo de 1.631 palabras haga glorificaciones de María Eugenia Rojas de este tenor: “Casada con Samuel Moreno Díaz, distinguido abogado, político y periodista; son sus hijos Samuel Gustavo y Néstor Iván”. “María Eugenia libró la gran jornada por los derechos femeninos y coadyuvó a que le otorgaran a la mujer el derecho de elegir y ser elegida por voto popular; la cédula número 20 000001 perteneció a su madre y la 20 000002 a ella”. “Fue la primera policía y mujer piloto de helicóptero en Colombia y la segunda en el mundo; fue 3 veces campeona de salto alto en equitación”. “Sus programas buscaron el alivio a los más pobres; se adelantaron programas de alimentación, vestido, vivienda digna, atención médica, actividades recreativas. Los mercados populares, los aguinaldos del niño pobre, los restaurantes escolares, los precios populares para los radios, televisores, y otros elementos de la tecnología moderna se convirtieron en facilidades acogidas por los sectores populares”. “También fue concejal en todas las capitales departamentales y en 103 municipios; y diputada en las 16 Asambleas Departamentales”. “Fue miembro de las juntas directivas de las Empresas de Teléfonos y Acueducto de Bogotá y la Beneficencia de Cundinamarca. Con Gustavo Rojas Pinilla fundó la Alianza Nacional Popular (Anapo). La Anapo llegó a ser el partido mayoritario de Colombia en 1970”. “En 1982, fue designada por Belisario Betancur, gerente general del Instituto de Crédito Territorial. En 1986 fue elegida presidente de la Corporación de Ahorro y Vivienda (Corpavi). Se retiró del Instituto de Crédito Territorial en agosto de 1987, e inició campaña como candidata a la Alcaldía de Bogotá.”

El encomio de la enciclopedia ignora que para el vulgo SENDAS significaba Se Enriquece Negociando Dineros Ajenos Samuel. Y que el entonces senador Carlos Lleras Restrepo afirmó en 1958: “La Jefatura de Rentas (hoy Dian) se convirtió en un antro repugnante, donde a la vez que se cometían los negocios más ilícitos, se utilizaban los instrumentos fiscales para la persecución de los ciudadanos. Se montó un sistema de extorsión y de explotación realmente inaudito, pero todo el mundo sabe cómo el señor Samuel Moreno Díaz no dejaba ese negocio, devengando comisiones y honorarios sin cuento, no por su competencia, porque de nada de eso entendía, sino simplemente porque bastaba una llamada del señor para combinar qué resoluciones de revisión se dictaban, de qué manera se fallaban los asuntos de impuestos”.

“La Capitana” o “la Nena Rojas” ha sido mencionada como la ideóloga de la ruina de varios centenares de empresas municipales donde ella, o sus representantes de la Anapo y La Pelusa, se las robaron literalmente. También ha sido sindicada de haber recibido 1 millón de dólares, en el Palacio de la Nunciatura, al lado de su casa, para que su padre no lanzara a las calles la chusma el día que le robaron las elecciones, aparte de ser uno de los fundadores del M-19, que recibió otro millón para abandonar la Embajada Dominicana de la mano de Víctor Sasson Tawil, y fue asesora permanente, de su hijo, en el defenestramiento de la Alcaldía de Bucaramanga.

Néstor Iván, médico nacido en Miami, fue senador, ministro de Trabajo y Seguridad Social de Ernesto Samper, representante a la Cámara, alcalde de Bucaramanga, cuya gestión fue severamente criticada por haber dejado la ciudad con un déficit de 40.000 millones de pesos, haciéndola financieramente inviable. Por ello le acusaron de causar un incendio en la alcaldia, a fin de quemar los documentos que habían servido a la Contraloría para investigar en su contra. Un 28 de abril fue capturado por orden de la Corte Suprema sindicado de concusión, cohecho y celebración de contratos sin cumplir con los requisitos necesarios, y condenado a 14 años de prisión, por haber, además, logrado que, por su intermediación, le dieran a su esposa dos estaciones de gasolina en la vía Bogotá-Girardot. Las coimas que habría recibido suman 6.000 millones de pesos.

El pasado 15 de febrero, el ex alcalde de Bogotá Samuel Moreno, el otro hijo de la pareja Moreno-Rojas, fue condenado a 35 años y 21 días de prisión por su responsabilidad en la exigencia de comisiones para entregar millonarios contratos de infraestructura vial durante su administración. Moreno Rojas ya cumple una condena de 24 años por las irregularidades que rodearon la celebración y ejecución de un millonario contrato que tenía como objetivo el mejoramiento del servicio de ambulancias en Bogotá. En su contra existen otros dos procesos más: las irregularidades en la cesión del contrato de la fase III de Transmilenio y el convenio para la obra Tunjuelo-Canoas, relacionada con Odebrecht.

Un locutor que labura para una emisora extranjera, donde se odia todo lo que huela al partido del actual presidente de la república y se hacen juicios sumarios a todo aquel que no le colabora, al ver la foto de portada de una revista que entrevista a Samuel Moreno Díaz y su esposa María Eugenia Rojas, él, de 99 años y ella, de 85, exclamó: Están estupendos.

María Eugenia Rojas y su esposo, Samuel Moreno Díaz


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!