Entramos en diciembre, mes final de 2018.  Escribo apresuradamente el día previo, 30 de noviembre, para compartir con ustedes reflexiones que me abrazan, con tanta fuerza y urgencia, que conspiran contra la serenidad de lo que considero son momentos de vital e imprescindible pensar profundo.

Por lo anterior, con sereno compromiso ruego a ustedes su atención y acompañamiento en este navegar inmediato. Debemos tener claro lo muy importante, para actuar en consecuencia. Advierto que no nos está permitido naufragar en el intento. Ello podría “aislarnos” al dar con otro rumbo distinto y definitivamente perder nuestras vidas, y más allá no solo la nuestra sino la de la nación venezolana, y en términos geopolíticos prácticamente la de muchas y muy importantes naciones hermanas de nuestro continente; junto a las vidas de millones de seres inocentes.

Se ilumina mi mente con un rayo de luz para aclarar lo que quiero significar. Acude el recuerdo y ejemplo doloroso del naufragio donde pereció Elizabeth Brotons. Partiendo el 22 de noviembre de 1999 de Cuba, en búsqueda de la libertad junto a su pequeñito hijo Elian y otras 12 personas, hacia las costas de Florida, Estados Unidos. Murió tres días más tarde. Solo tres personas pudieron sobrevivir y ser rescatadas. 

Elizabeth, desafortunadamente, no lo logró pero su hijo Elian de 5 años fue encontrado con vida en la precaria embarcación, frente a las costas norteamericanas. Luego el gobierno de Clinton lo entregó a su padre, para que regresara a la “isla prisión” en la que hoy, a los 23 años, es usado como marioneta-símbolo del “revolucionario obediente” y, a su vez,  sirve de muestra del poder de la subyugación castrista.

En los próximos meses deberemos enfrentarnos al continuismo con el que desde adentro y desde afuera se podría intentar tolerar, y aún más con apego al nuevo Parlamento de Estados Unidos, y la llegada de López Obrador a la presidencia de México, pactar nuestra suerte con el régimen castrocomunista de Cuba.

Ese peligro definitivo para nuestra patria debemos enfrentarlo, aliados con lel gobierno de Trump, y con el de Bolsonaro, que desde el primero de enero en Brasil y con Duque desde Colombia tendrán que asumir la realidad de dicha amenaza.

Estamos en peligro, más allá de perder la vida en los mares de un naufragio de subyugación por hambre y miseria, de ser devueltos por una clase política pervertida con sus panzas llenas y felices, y con las que juegan a “ser importantes” aunque inútiles, a las trampas de la negociación en lugar de luchar por la libertad. Es decir, a negociar para quedar enjaulados como Elian.

Esta es la estrategia miserable, de los miserables. La tiranía narcocorrupta del régimen quiere mantener dividido al país con su agenda de compra de actores nacionales e internacionales. Los venezolanos sobrevivientes no podemos aceptar su chantaje de supuestos derechos o de supuestos adherentes a su causa narco comunista, que “deben ser respetados”. !El futuro es ya y está en juego! 

La realidad de los comprados, o dominados por el orden despótico, que prefieren vivir en sus jaulas, algunas de oro, y otros con algo de alpiste y el poquito de agua, no podrán con seres libres y valerosos que se atreven a adentrarse en el mar infestado de tiburones para pelear y ganar su libertad.            

¡Están llegando los días del reinicio de la lucha definitiva por la libertad! Como nos lo enseñó Miranda, al estudiar y buscar la correcta interpretación de los intereses geopolíticos de su tiempo, y hacia finales del siglo XVIII, hace solo 10 veces 20 años. 

Es momento de honrar el ferviente deseo de millones de madres y padres que como en Cuba, Nicaragua y Venezuela, no desean seguir naufragando y contando décadas bajo  regímenes de opresión. Emigra la ciudadanía venezolana. Es tiempo de asumir nuestra soberanía y constituirnos en auténtico ejército libertador. 

Los oficiales dignos que expresaron claramente su oposición a la farsa de elección de una asamblea nacional constituyente, y por tanto a esa burda maniobra de una supuesta elección presidencial en mayo pasado, deberán asumir con coraje su deber patriótico ante Dios y la patria a partir del 10 de enero. Un gobierno de emergencia se constituirá, pues esa es la apuesta a la que nos retan los traidores que manipulan nuestras armas que les confió la República. Si llamamos al pueblo a luchar de verdad o a huir, el pueblo luchará. El pueblo es en definitiva el que hará cumplir ¡su última voluntad!

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