Muy extraño que todavía no ha habido, para el momento de escribir este artículo, una declaración política de la MUD analizando los resultados electorales del pasado 20 de mayo y trazando un rumbo.

Muchos lo atribuyen a incapacidad política, otros a complicidad con el “triunfante”. Olvidando que el tinglado de esta farsa constitucional se ha montado expresamente para estabilizar al chavismo en el poder. No había otro mejor medio para acentuar el continuismo. Continuidad que desgobierna a Venezuela desde hace ya veinte años y se ha transformado en un proceso ascendente de monopolización del poder, de la violencia aterradora del Estado, por el Estado y para el Estado. La definición misma del fascismo. El fascismo reina en Venezuela, diciendo que es socialismo, desgobernándola por confusión, desinformación, corrupción y gasto parasitario de ingresos petroleros.

Ningún venezolano puede olvidar que Maduro en realidad ganó con alrededor de 26% de los 20 millones de electores convocados en el proceso electoral; presentar como un logro, deformando el hecho político, que obtuvo 68% de los votos emitidos es tratar de tender una “cortina de humo” para esconder el 26%, que lleva en sí fraude, y es por lo menos preocupante, comunica la idea de ausencia de apoyo popular, de ilegitimidad, de que una claque de aventureros políticos se aferra al poder a través de cuasi elecciones, en contra de la voluntad general, para seguir empobreciendo al país, malbaratar sus recursos y afincar la gestión corrupta de un presunto socialismo que el pueblo ha rehusado, como lo demuestra la conducta de los electores al abstenerse o votar por opciones distintas, esto es, alrededor de 80%

¿Cómo se ha instituido, constituido y reconstituido la continuación agonizante del chavismo? Al comienzo hubo algo así como un reparto de parcelas de  terror estatal entre los herederos legítimos del pretendido jefe fallecido, y la debilidad de la MUD para desenmascararlo. Desde un principio hubo indecoroso consenso. Renuncia de la MUD a la ruptura, que dio paso a la continuidad mediante maniobras de diversa índole (diálogo), permitió ver al opositor verdadero como enemigo interno, al par MUD dejaba entender su impotencia que acarreó la “santificación” de la vía electoral para desalojar una clase política que alega defender la soberanía nacional cuando lo que hace es escudarse con ese concepto para armarse, disfrutar del poder y oprimir la gran mayoría de los venezolanos, cercenar sus libertades, liquidar la esperanza. Haciendo gala de ideas anticuadas, arcaicas, rechaza débilmente los reproches por doquier de la comunidad internacional, y de los venezolanos, que cuestionan los procedimientos y resultados electorales, así como el desbarajuste del desgobierno que ha desembocado en hambre generalizada.

Sin embargo, Maduro sigue siendo quien preside el Ejecutivo. Por el bien del país, no creo que exista venezolano que no desee un cambio radical de la estrategia política ahora que Maduro sigue en Miraflores. Es un escenario, entre otros. Que entienda el significado de la votación y emprenda una política económica integral para combatir la hiperinflación y crear las condiciones del desarrollo, que libere todos los presos políticos, esto es, que comience de nuevo, “borrón y cuenta nueva”, ponerse en sintonía con el sentir nacional, gobernar con amplitud, tolerancia, favorecer la libertad de expresión y de prensa, liberar la economía de ahogantes controles, volver al mercado y a la libertad de empresa, dirigir seriamente las relaciones internacionales, soslayando acciones impulsivas, brotando así energías colectivas sinérgicas acarreadoras del bienestar general y de la indispensable confianza en el futuro de la nación, en la perspectiva de los negocios. Lo contrario es agravar la crisis, como parece que desea una corriente interna del chavismo agonizante. De acuerdo con los últimos discursos de un Maduro amedrentado, la probabilidad de este escenario es muy baja, lamentablemente.

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@psconderegardiz


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