Lo que está a la vista no necesita anteojos, dice el refrán. Pero a los resultados de las elecciones de gobernadores, llenos de dudas no razonables, sí hay que ponerles no anteojos sino lupa.

Es a todas luces contrario a la lógica racional, que un régimen que en todas las encuestas en la intención de voto salía perdiendo, es decir, le daban un holgado margen para ganar las elecciones regionales a los candidatos de la oposición, de pronto y como por arte de magia, toda esa ventaja y sus posibilidades ciertas desaparecieran como lo hace el Sol al caer la tarde. Y ahí en nuestras narices, ante la mirada atónita de todos los ciudadanos víctimas de esta tragedia que vive el país, el CNE, de manera sibilina, el domingo 15 pasado anunciaba el “triunfo” mayoritario de gobernadores rojitos.

Este hecho contrasta y repugna cuando la realidad indica y sugiere otra cosa. Y si bien es cierto que en algunos ciudadanos hubo contrariedad y disgusto hacia los partidos que integran la coalición opositora de la MUD por el abandono de la calle, el cúmulo de dudas sobre el diálogo y otros aspectos no menos trascendentes, no cabe duda de que ello no influyó de manera determinante en los absurdos resultados obtenidos. Ninguna de esas personas, aun disgustadas, pudo haber votado en su sano juicio por los candidatos ganadores del régimen, que tiene nada más y nada menos que 85% de rechazo, o más, de la gente de a pie, esa que según el gobierno votó por ellos. La misma que sufre cuanta desventura hay para conseguir un mendrugo de pan, medicinas, seguridad, transporte, agua potable, electricidad, etcétera. Pudiera decirse que el reciente y accidentado procesos electoral tiene varias lecturas. Pero la que más destaca es la relativa a la inconsistencia de votos que obtuvo el régimen si se contrasta, como es ineludible hacerlo, con la realidad, el malestar y el rechazo de la mayoría de los ciudadanos. De eso no hay la menor duda.

Lo que también se infiere de todo este arroz con mango electoral, es el hecho de que el mismo debía tener un desenlace parecido o igual al del proceso que llevó a la instalación de la ilegal asamblea nacional constituyente, donde el gobierno hizo de la suyas con los votos, y llegó a adjudicarse, así como lo lee, casi ocho millones y algo más de sufragios, igual que ahora con los gobernadores electos del Psuv. Algo impensable, si nos atenemos al rechazo manifiesto que hay contra el régimen.

Ahora bien, una cosa queda clara, además de las trampas y dudas. Nicolás y su gente, como siempre, harán alarde de esos “triunfos” para decirle al mundo que ellos son demócratas; esto, sin rubor alguno. Desde luego que ni el mundo ni nosotros lo aceptaremos, en razón de que no es verdad. Porque hubo, a no dudar, un descomunal fraude. Lo que sí es cierto es que ahora el dictadorzuelo tiene más insumos para manipular, distraer y ganar tiempo. Insistirá, una y otra vez en hacer ver a propios y extraños que estamos en una democracia plena por el cumplimiento “cabal” de todos sus requisitos formales y materiales. Pero la verdad verdadera, como usted y todos lo sabemos es que no es así.

Y no puede ser así, porque nos consta que la manera de proceder del régimen no es democrática, ni en el ejercicio del gobierno, ni electoralmente, ni en la forma en que se relaciona con sus adversarios. Para muestra están los presos políticos. Y hay que recordar que hasta su legitimidad de origen quedó cuestionada en su momento, y ahora, más aún, su legitimidad de desempeño.

En conclusión, este proceso electoral, como todos, estuvo plagado de manipulación, ventajismo, obstáculos, abusos, triquiñuelas, peculado de uso. Y más, mucho más. ¿O no?

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