A pesar del insolente ventajismo y los abusos de poder exhibidos por el régimen, a pesar del discurso chantajista de la cúpula oficial, a pesar de  esa conducta inmoral que exhiben a diario las señoras del organismo que con total desfachatez oficialista rige la contienda electoral, a pesar de la campaña abstencionista emprendida tanto por el gobierno como por sectores radicales de la oposición, a pesar del aparato comunicacional del régimen, de sus compras de conciencias, de sus manipulaciones con el carnet de la patria, el Clap y otras formas de chantaje, lo que se siente en la calle es que el clima favorable al voto para esta contienda pautada para el 15-O ha ido creciendo a velocidad insospechada.

Si queremos una prueba de lo que aquí afirmamos, bastaría con ver cómo, día a día, hora a hora, minuto a minuto, el CNE con instrucciones precisas de la cúpula electoral mayor de PSUV, encabezada por Jorge Rodríguez, siembra obstáculos tras obstáculos a un electorado, con el único fin de desanimarlo a ejercer el voto, o conducirlo a votar nulo, único recurso que le queda al régimen para tratar de minimizar los resultados que, desde ya, saben adversos. Otra prueba con el mismo fin es el grito de Maduro cuando habla de que los gobernadores electos quedarían subordinados a la espuria ANC, exigencia que no puede ser satisfecha porque esa ANC, si bien actúa de facto, no tiene reconocimiento ni dentro ni fuera del país.

No me equivoco al afirmar que la disposición de la gente a votar ha comenzado a tener la forma de una avalancha de votos en gestación y que la misma se debe, entre otras cosas, a la irracionalidad del discurso abstencionista, tanto del régimen como de aquellos sectores de la oposición que tienen como propósito desbancar a la dirigencia que tomó la sabia decisión de ir a votar, en vez de entregarle al régimen, con la abstención, todas las riendas del poder y, con ellas, el destino de la nación.

Aquella rabia teñida de frustración que invadió los espacios de las redes sociales y que señalaba, como única salida, desconocer el poder del voto como un resorte unificador de la voluntad mayoritariamente disidente, se fue disolviendo y en su lugar fue apareciendo la furia del voto como única e inmejorable alternativa democrática de la gente, para hacerle frente a una dictadura como la impuesta, en nuestro territorio, por el castro-comunismo.

Toda esta premisa es tan cierta, que al ojo más descuidado no se le escapan todas las trapacerías del régimen para deslegitimar un proceso electoral al cual el régimen ha ido obligado por todas las circunstancias adversas por la cuales atraviesa, y que van desde el repudio nacional hasta las críticas de la comunidad internacional por todos los desmanes y violaciones del Estado de Derecho, incluidos los derechos humanos. Lo que ha sucedido desde el día de la frustración ciudadana por no haber la oposición impedido la instalación de la espuria ANC, hasta hoy, es que los votantes que le dieron el triunfo apoteósico a la oposición aquel remoto 2015 fueron sustituyendo el estado de ira y conmoción en el que cayeron por uno mucha más denso y verdadero de reflexión democrática, que los llevó a entender que el arma verdadera de todo demócrata es el voto y que con ese voto estamos defendiendo una Constitución que todos los días sufre el ataque inclemente del régimen.

Después de dieciocho años viendo la ejecución de un libreto como el cubano, que nos ha traído a este punto de destrucción, era lógico suponer que aprendiéramos la lección y que sacáramos a relucir la contundencia del voto a la hora de dirimir nuestras diferencias con un régimen de fuerza que gobierna de facto y pretende sepultar la democracia para siempre e imponer su sistema totalitario. Basta ese solo hecho para que, a pesar de las manipulaciones del discurso abstencionista, de las trampas del régimen, de las impudicias del CNE, de los abusos de poder y el amedrentamiento en marcha, salgamos a votar para decirle al régimen que la disidencia está viva y que bajo ninguna circunstancia está dispuesta a silenciar su mejor voz democrática.

Votar es mantener la vigencia de la Constitución. Votar es mantenernos en la coherencia de una ruta democrática, pacífica constitucional y electoral con la que hemos ido enfrentando la voluntad autocrática del régimen y su pretensión totalitaria.

Aquí no hay que llamarse a engaños, solo tenemos la voluntad de luchar, la democracia y la libertad como norte, en unas circunstancia tales que nos obligan a multiplicar el esfuerzo para poder superar todos los obstáculos que a diario nos ponen delante de nuestros pasos, y a ellos debemos ceñirnos sin andar pensando en deseos que no preñan. Duélale a quien le duela, pésele a quien le pese, la fuerza política a la que, a pesar de sus errores, el régimen le teme, la que con mayor garra y mejores resultados se enfrenta a un poder arbitrario y en ocasiones criminal como el que rige los destinos del país, es esa MUD formada por todos los partidos absolutamente democráticos, lo cual le da a esa unión fuerza, sindéresis y una capacidad de resistencia respetada dentro y fuera del país. Esa MUD que en ocasiones criticamos de buena fe, pero que día tras día es atacada tanto por el gobierno como por sectores de oposición, con el ánimo de destruirla y hacerla desaparecer. Esa MUD que desde su nacimiento propuso una ruta electoral a la cual, por fortuna, ha permanecido fiel, de lo contrario, ya habríamos entrado en el territorio de la violencia extrema en la cual una disidencia desarmada, como la nuestra, habría sufrido una aplastante y sanguinaria derrota, a manos de unos bárbaros carentes de escrúpulos a la hora de decretar su extermino.

Una MUD que, es bueno reconocerlo, es paciente ante las críticas en ocasiones injustas y desproporcionadas por parte no solo del régimen, cosa si se quiere natural en la batalla política, sino por sectores de la oposición que no han podido establecer contacto con la gente. Quizás sea por eso que la han convertido en la presa predilecta para el desahogo de sus frustraciones.

No es de extrañar que algunos de los abstencionistas y muchos de los que forman parte de esa militancia anti-MUD a la cual me referiré en mi próximo artículo, estén ligando una derrota o un resultado menos abultado del que señalan las encuestas, para de esa manera entrar con un cuchillo en la boca a continuar con sus propósitos de destrucción de la MUD en muchos casos superior al del mismo gobierno.


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