El régimen madurista subestimó al pueblo trabajador con el salario mínimo de 1.800 bolívares soberanos, y luego pretendió consumar la estafa con un tabulador que desconoció las conquistas laborales labradas por décadas, de las cuales el salario es solo una parte, ya que el complemento traducido en primas supera ampliamente la remuneración básica.

Desde hace 15 días el incendio laboral consume la pradera, comenzando por Guayana, donde sindicatos chavistas y opositores han iniciado protestas diarias, hasta tanto les sean reconocidos plenamente sus contratos colectivos, ya que los 450 bolívares soberanos no les alcanza ni para un día de dieta familiar. Maduro ha logrado reunir lo que los mismos sindicatos no habían alcanzado y es unir a los trabajadores, aspecto a resaltar en las declaraciones de la masa protestante que manifiesta la unidad de rojitos, azules, amarillos, verdes, con el objetivo de rescatar sus conquistas laborales.

Otro sector importante que se ha incorporado a la protesta es el de los petroleros de Pdvsa, que fue diezmado luego del paro cívico nacional de 2002-2003, y que se ha atrevido a realizar acciones en el puerto de Jose, estado Anzoátegui; en Monagas, incluso hasta en la Costa Oriental del Lago tenían previsto paralizar los muelles de La Salina, Tía Juana, Lagunillas.

Por otra parte, los gremios de la educación y universitarios solo han tenido roces y forcejeos con el ministro de Educación; en las reuniones realizadas este funcionario ha manifestado que es hora de que los trabajadores se sacrifiquen, lo que ha determinado que estos convoquen en las próximas horas a paro nacional de universidades.

Lo relatado anteriormente ha sido el escenario de la protesta convocada el pasado 5 de octubre por la plataforma laboral de conflicto en todo el país, alrededor de las inspectorías del trabajo, acciones que han demostrado que es posible movilizar cuando hay organización y planificación.

Lo cierto del caso es que unos de los sacrificados con esta nefasta política de implantar el salario igualitario ha sido la dirigencia sindical chavista, entre ellos el presidente de la FUTPV, quienes hoy son vilipendiados por haberse puesto de lado del patrono Estado en lugar de defender a los trabajadores.

Por el lado del gobierno es evidente el fracaso de su globo de ensayo, que pretendió crear un espejismo para pasar el contrabando ideológico castrista del trabajo igualitario, y se le ha revertido, ya que las bases obreras a quienes dice representar el inefable presidente, le han generado una rebelión que solo será contenida si restituye los beneficios alcanzados en los contratos colectivos.

La situación se agudiza cuando las estadísticas anuncian tempestades en materia de inflación, al cierre de 2018 de 10.000.000%; canasta alimentaria que sobrepasa los 20.000 bolívares soberanos, y la canasta básica de 30.000 soberanos. Lo que permitirá al pueblo trabajador percatarse de la oferta engañosa de agosto cuando se prometió rescatar el valor del trabajo, el poder adquisitivo, dignificar al trabajador, y que se ha convertido en lo contrario, en un callejón directo a la miseria y a la pobreza extrema.


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