En el año 2008, dirigiéndome a mi trabajo en el auto de un compañero de labores, al pasar por el frente de la Gobernación del estado Portuguesa, se veía una fila de personas más o menos larga, bajo el sol y el calor inclemente típico de Guanare. Todos estaban a la espera de atención de un camión de Mercal que se encontraba despachando pollo y un par de productos más. Le comenté a mi compañero de trabajo: “Cómo es posible que la gente se cale esta cola, bajo este sol con este calor, solo por ahorrarse unos pocos bolívares y encima que lo maltraten los que atienden, ¿qué se creen?, ¿que les hacen un favor? ¡Esto da la impresión de economía de guerra!”.

Ahora, diez años más tarde, caigo en cuenta de que esa situación no era más que el preludio de lo que se avecinaba. Esta situación ya estaba prevista por ellos.

Y para aquellos que duden de esto, de que para el régimen venezolano todo marcha según lo previsto, observen que primero crearon a sus enemigos y culpables (la oposición, el imperio, los sith, toda la gama ficticia) para poder justificar los malestares causados; luego comenzaron a habituar a las personas a la falta esporádica de algún rubro o marca favorita del consumidor; más tarde lo habituaron a hacer filas o colas para adquirir productos a muy bajo costo, estos importados (perjudicando la producción nacional) para favorecer el gran saqueo producto de la corrupción –acaso olvidamos Pdval, Mercal y ahora los CLAP–,  todo lo mismo, las manos de ellos son las que se llenan, me recuerdo del arroz con sobreprecio vendido por la toñeca del mesmo. Por otro lado, comenzaron a callar los medios de comunicación denunciantes hasta lograr el mínimo necesario para evitar el crecimiento de la disidencia, ahora haces cola o no comes y si te quejas en voz muy alta puedes hasta ir preso, a esto le añadiremos la casi obligatoriedad de tener el carnet de la patria. ¿Dónde quedó nuestra cédula? ¿Dónde quedó nuestra dignidad y orgullo?

La miseria generada, maquiavélicamente prevista y diseñada para garantizarles el control del pueblo, ese mismo que sufre día tras día, es el legado del hijo de Elena (otra rica más).

Para el régimen todo marcha según lo previsto, todo no, el régimen venezolano no contaba con unos detalles: en primer lugar, la era de la comunicación digital, la información llega en segundos y por múltiples vías (el manual cubano no estaba actualizado para esto); en segundo lugar, el régimen no contaba con la incapacidad de sus hijos para calmar su angurria por robar más y más a todo nivel; en tercer lugar, no contaba con los líderes jóvenes, con ideales, con ética, con principios, con visión de país, sin ataduras ni vínculos a los vicios del pasado, jóvenes como Leopoldo López o líderes estudiantiles universitarios hoy presos o exiliados; no contaba con otros demócratas decentes como Antonio Ledezma (exiliado), que eligieron luchar que vender su conciencia y su integridad en pos de un sueño, una mejor Venezuela.

Hoy la salida que planteó en 2014 esa terna maravillosa de López, Ledezma y Machado está más vigente que entonces, basta ya de conversaderas estériles, de reuniones de sondeo o diagnóstico, o acaso la reunión con Falcón tuvo otra intención; de lo contrario, desconocen el sentir del pueblo. Además, no es como darle mucha importancia a alguien que logró a duras penas 2 millones de votos de gente desesperada a ver si se daba el batacazo.

Hoy se escuchan voces desesperadas desde el narcorrégimen que preside Nicolás Maduro diciendo: “Hay que producir”, “hay que quitar ceros”, “que la moneda sea el petro”, y esto sin contar los mea culpa de algunos otros cínicos rojos. Yo les preguntaría a todos los líderes del narcoestado venezolano: ¿qué hicieron con los miles de millones de dólares que supuestamente invertían para el desarrollo del país potencia? La respuesta todos los sabemos (Andorra, Islas Caimán y demás paraísos fiscales, y por supuesto las bolilavadoras).

La gente en la calle es la ruta. Calle y gente, lo demás se viene solo.

@DiazEstebanez

www.maximodiaz.com


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