La oscuridad no es solo una bombilla sin luz. Si buscáramos el auxilio en la raíz etimológica, de seguro conseguiríamos un sinfín de significados que nos conducen por diversos caminos. Cada palabra comprende un universo entero. Así que nos queda tomar uno de los senderos para llegar hasta el meollo. Los venezolanos sufrimos cuatro días sin energía eléctrica, lo que conllevó tener una serie de padecimientos que terminaron por acrecentar nuestras dificultades. En pocos días se multiplicó la realidad de la Venezuela invivible. Escaseó cualquier tipo de alimentos, lo que ocasionó que la desmoralización hiciera mella en una ciudadanía tan proclive al desaliento, quienes poseían algún comestible lo perdieron, o terminaron siendo acorralados por esa gangrena social de inescrupulosos que han hecho del hambre nacional un lucrativo negocio. En medio del peor de los momentos en décadas. El sacrificio de cada uno de nosotros fue incrementándose, la carencia de medicinas, con el detonante de hospitales inoperativos, hizo más cruento el viacrucis, los pacientes recorriendo centros de salud que son el espejo de un régimen desastroso. Muchos murieron esperando que llegase el fluido eléctrico. La falta de agua se transformó en un escollo complicadísimo, dependimos de algún riachuelo, incluso corriendo enormes riesgos de salud, para poder abastecernos de un elemento fundamental para la vida. ¿Y si todo fue planificado? Es conocido el mecanismo perverso de los regímenes totalitarios para enfrentar a sus enemigos. Así como se inventan falsos positivos, la tesis de autosaboteo es más creíble que inventar una historia norteamericana digna de Hollywood. Solo revisemos la práctica del comunismo para recrear un ambiente que fuera cónsono con sus planes de sometimiento. Dejar una nación sin electricidad no es tan descabellado. Quizá lo peor está en lo que sentimos en esos momentos. Saberse rehenes de aquellos que durante años no invirtieron en el sector, llevándonos al caos, es algo que rebasa todo límite. Estar a merced de la desinformación general viviendo de conjeturas nacidas de otras elucubraciones, fueron abatiendo el espíritu, ver caer la noche con su manto negro de la dictadura de las penumbras; es algo durísimo cuando la respuesta es alumbrarse con velas como hace cien años. Fuimos conejillos de indias de quienes han hecho del poder el trono de las barbaridades. Hacer que la desesperación cundiera hasta llevarnos a la postración, ser sometidos por elementos que no podemos combatir, hizo que la lucha democrática momentáneamente quedara disgregada, una forma ingeniosa de tomar oxigeno mientras la nación entera se le viene encima. Es realmente difícil no saber absolutamente nada de lo que acontecía, desconocer la situación de familiares y amigos, fue un trance duro para todos. De alguna manera la impotencia se abrazó con momentos de profunda desesperación. Cuatro días aislados en tiempos de la mayor avalancha tecnológica e informativa, nos ató al más sombrío de los secuestros en la calidad de vida del ciudadano. Esos momentos son la manera sórdida como trabaja el totalitarismo para tratar de quebrar el ánimo de la gente. Son tiempos de horas oscuras en donde la mayor luz ciudadana debe reinar en unidad para lograr el cometido.

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@alecambero


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