Lo único cierto es que una tiranía inútil, en el estado al que ha llegado la tiranía inútil que nos oprime, tiene la vida contada en gotas. Está condenada a ser aplastada de manera implacable e inclemente por la insurgencia de un pueblo alzado. Que ha puesto a la nación en situación prerrevolucionaria. Mucho más temprano que tarde, el pueblo venezolano pondrá a esta tiranía inútil en el único lugar que se merece: en el estercolero de la historia. Escríbalo.

Tiranía

1.

Forma de gobierno en la que el gobernante tiene un poder total o absoluto, no limitado por unas leyes, especialmente cuando lo obtiene por medios ilícitos, y abusa de él.

2.

Abuso de la superioridad o del poder en el trato con las demás personas.

Sinónimos: despotismo

No es un oxímoron, pues del estudio de la historia de la humanidad se colige que han existido tiranías útiles. La de Hitler, por ejemplo, que hizo de la Alemania nazi en tan solo cinco años la primera potencia industrial y militar europea, o la de Stalin –electrificación más soviets–, que industrializó a marchas forzadas un reino antediluviano y medieval, como el zarista. Tiranías que se sirvieron de sus abusos tiránicos para lograr el desarrollo y el progreso de sus pueblos, así fuera por medio de la fuerza bruta, del engaño, la represión y la muerte o de una hábil combinatoria de todas esas formas tiránicas de gobierno. Que se hundieran en los estercoleros de la historia por sus crueldades infinitas, como el Holocausto y el Archipiélago Gulag. Pues no es su utilidad o su inutilidad su característica básica.

Lo único cierto es que una tiranía, vale decir: un gobierno ilegítimo, obtenido por medios ilícitos que permite el gobierno abusivo y despótico de un gobernante es doblemente tiránico si es inútil, si no tiene a su haber un solo provecho que mostrar, un solo logro que ofrecer, una sola tarea que refrendar. Si ni siquiera cuenta con un respaldo social suficiente como para travestirse de dictadura, la forma inmediatamente inferior de gobierno abusivo. Como el de Augusto Pinochet, por ejemplo, que logró resolver los problemas estructurales más urgentes de la sociedad chilena. Para hacer mutis cuando ya había cumplido sus dos propósitos fundamentales: asegurar la paz y la estabilidad internas, y poner a valer la economía chilena en el concierto mundial.

Una tiranía es inútil, vale decir: doblemente tiránica y por lo mismo doblemente inútil, cuando no tiene otro objetivo que paralizar el curso de la historia, reprimir, encadenar, encarcelar, herir y asesinar al pueblo de cuyo gobierno se ha apoderado por medios ilícitos, destruir sus bases fundacionales, aniquilar sus valores esenciales y hacer de ella tierra arrasada para aprisionar una nación entera. Es la tiranía por la tiranía misma. Para usar una metáfora provocativa: una tiranía inútil es aquella que carece de interlocutores y copula consigo misma. Onanismo político practicado en los sanguinarios mataderos de la historia. Sin otro fin que asfixiar, ahogar, mutilar y exterminar a su pueblo.

Tanto más inútil es una tiranía cuando no tiene otra función que garantizar y asegurar el expolio de las riquezas naturales o sociales de la sociedad tiranizada para entregárselas a una tiranía extranjera. La inútil tiranía madre, anciana, estéril, moribunda. Cuando el tirano inútil parido de esa tiranía exangüe y proxeneta es un tirano de segundo grado, un apéndice de la tiranía madre. Un bastardo. Podemos caracterizarla entonces como una bastarda tiranía inútil derivada.

¿Qué poderes le asisten a una tiranía inútil como para que, desnuda de todo atributo favorable, sea o no sea reconocible, pueda seguir ejerciendo su principal característica: entronizarse, afianzarse, reprimir, encarcelar, herir y asesinar a pesar de ser rechazada masiva, activa, combatientemente por un pueblo entero, todas sus clases, partidos, iglesias, colores y grupos sociales? La desnaturalización, la bastarda tiranización y la desaforada inescrupulosidad y corruptibilidad de aquellas personas e instituciones que han heredado el poder de las armas, la gansteril, hamponil y criminal naturaleza de sus funcionarios, esbirros y secuaces. La naturaleza asesina de sus partidarios. Y, desde luego, la complicidad de los aprendices a tiranos inútiles de su entorno internacional: los gobiernos cómplices o cobardes, pusilánimes o interesados.

Pero lo único cierto es que una tiranía inútil, llegado al estado al que ha llegado esta tiranía inútil, tiene la vida contada en gotas. Está condenada a ser aplastada de manera implacable e inclemente por un pueblo insurgente. Mucho más temprano que tarde, el pueblo venezolano pondrá a esta tiranía inútil en el único lugar que se merece: en el estercolero de la historia. Escríbalo.


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