La descomposición y arbitrariedad que reinan hoy en Venezuela son resultado de la tiranía del Poder Ejecutivo, producto de su control total de las finanzas públicas, del poder económico extraconstitucional impuesto por leyes habilitantes, de la ausencia de un legítimo poder judicial, la complicidad de militares y del organismo electoral.

El dueño del Ejecutivo hoy es el peor tirano de la historia de Venezuela. Frente a esta monstruosidad, J. V. Gómez pareciera un estadista que pagó las deudas del país, o Pérez Jiménez, el constructor de la autopista Caracas-La Guaira. El hoy presidente de Venezuela decidió implantar el narcosocialismo y para lograrlo, sin ningún principio ético, quita, mata, roba y destruye todo lo que se opone a este designio.

Lo más grave de esta tiranía del Ejecutivo es su carácter casi legal: nuestras leyes lo transfiguran en dueño del petróleo, en quien dispone de las divisas, propietario de Pdvsa, donde no se mueve una paja que no sea ordenada desde el Ejecutivo. Nombra al presidente de Pdvsa, decreta quiénes serán los miembros de su Junta Directiva, los integrantes del Consejo de Accionistas (sus fieles ministros), firma los nombramientos de estas falsas autoridades y los destruye cuando le conviene.

La industria petrolera, motor de la economía nacional, es un feudo del Ejecutivo. Es comandante supremo de las Fuerzas Armadas, dirige las operaciones, activa las áreas de conflicto, teatros de operaciones y regiones estratégicas de defensa, designa los comandantes, y fija la jurisdicción territorial correspondiente. Vale decir, aquí tampoco se mueve una paja que no sea producto de la lealtad perruna al tirano o presidente de la República.

El ejercicio tiránico del Poder Ejecutivo es casi infinito: no existe dentro del Estado ningún control o limitación a este poder omnímodo, salvo la Asamblea Nacional elegida por el pueblo.

De allí su feroz embestida contra ella. Nos desafía cuando nombra a un guardia nacional como presidente de Pdvsa, y como presidente del TSJ aun personaje con antecedentes y por último ordena fusilar a Oscar Pérez. La pregunta que nos acecha es la siguiente: ¿Bernal o Diosdado hubiesen dado la orden final sin su permiso?

La única excusa de Maduro es Chávez, al igual que los soldados nazis argüían que torturaban a sus rehenes por órdenes superiores. Continuar su obra no disculpa su indiferencia ante la muerte por desnutrición de 300.000 niños, la destrucción de la industria y la agricultura, la hambruna, los presos políticos, los muertos, por violencia o falta de medicina, los 4 millones de venezolanos que huyen desesperados por aire, mar y tierra, y el terror de los que están y no quieren partir.

Hay que encontrar la salida, como ansiamos con desespero los venezolanos, voltear este fatal tablero que nos tiene a todos ante la muerte.

Hoy la oposición tiene que negociar hacia adentro, verse las caras, los libres y los presos. Forjar acuerdos mínimos para fortalecernos y poder dialogar en nombre de todos. Muchos fieles al régimen criminal se plegarían a esta búsqueda de un nuevo orden. Hay que dejar de lado las bravuconadas sin respaldo. Es el único camino para acabar con esta mortal tiranía del Poder Ejecutivo.

Los venezolanos que rechazan este crimen contra nosotros tienen que unirse, crear un Frente Nacional de rescate del país y respeto a los derechos humanos. Unirnos es la solución, negociar adentro, con la oposición misma y luego narrarle al país lo que podemos lograr. Basta de estrellas que, más que iluminar, oscurecen, empujan a la guerra y no tienen una hojilla para defenderse.

También basta de rechazar el diálogo: todas las transiciones han sido precedidas por diálogos. En nuestras narices está el ejemplo del tirano de Corea del Norte negociando con sus archienemigos del Corea del Sur con los cuales aún está en guerra. Los líderes de la oposición tienen que encontrarse. Es cuesta arriba obtener logros en República Dominicana si no vamos con las mochilas plenas de respaldo de todo el país, con toda la autoridad que significa representar a los venezolanos. El diálogo hay que sincronizarlo con la búsqueda de la unidad interna de la oposición, es la fuerza imprescindible para derrotar la tiranía del Ejecutivo, o como quiera que esta se llame (dictadura, socialismo, comunismo). Lo demás es caer en las garras de lobos carniceros que están a la caza de nuestras vidas y nuestro futuro.

Y esto debe ocurrir ya. El tema no es elegir candidatos sin unidad; es unirnos.

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