Tanto acontecimiento dificulta la escogencia del tema al que dedicaré estas líneas. Por su importancia, voy a privilegiar, más por su significado histórico que por su evidente importancia actual, las elecciones de gobernadores, pero no puedo evitar dejar constancia de las marcas que va dejando a su paso la catástrofe castrochavista en su exitoso plan de destrucción nacional. Mientras escribo, van dieciséis horas sin luz en noroeste del estado Anzoátegui; informa la prensa que una persona asesinó a su hermano al salir de control por no disponer del fármaco que debe tomar; Maduro le regala 5 millones de dólares a los afectados por el huracán Harvey; he renunciado a mi afición a las Águilas del Zulia por su silencio frente a la barbaridad que significa destinar poco menos de 10 millones de dólares a la temporada de beisbol profesional, en medio de la espantosa crisis humanitaria que nos ha legado el finado felón eterno; un pequeño temblor deja en evidencia la corrupción y la desgracia que han sido las obras públicas durante estos dieciocho años; entre muchas otras cosas más.

Y entre esas otras, que incluyen la manía de encarcelar a todo tipo de disidencia o de silenciar toda forma de expresión libre, en que han centrado su atención los jefes de la espuria, fraudulenta y, por lo tanto aborrecida nacional e internacionalmente, asamblea del PSUV, hay una que por lo miserable y la proyección que evidencia sobre cuál es su naturaleza, no puedo dejar de mencionar. La visita domiciliaria con la que perturban la paz del hogar de un hombre al que se han empeñado en perseguir, con el abyecto propósito de silenciarlo. La bajeza de estos individuos no tiene límites, y como cada ladrón juzga por su condición, ellos tuvieron que verificar que Teodoro Petkoff no se presentaba a tribunales por razones de salud. Se basaron en una burda y descarada mentira que trata de desacreditar la impecable representación que cabalmente ha cumplido en su defensa el Dr. Humberto Mendoza D’Paola, quien había consignado de manera oportuna las constancias que corresponden en esos casos. No debería sorprender a nadie tan miserable conducta, pero todo el mundo tiene que conocer esas situaciones para que su condena sea general.

Dicho eso, y luego de esa larga vuelta obligada y sin atajos imperdonables, la figura de Teodoro Petkoff y el Movimiento Al Socialismo son una referencia del significado histórico que tienen las elecciones de gobernadores. En 1989 el MAS, al igual que otros partidos, entra a compartir responsabilidades de gobierno, luego de que se concretara una de las aspiraciones políticas más sentidas por la población, que era la de elegir por voto universal, directo y secreto a sus gobernadores y alcaldes. Con ello se hizo realidad para las organizaciones políticas pequeñas la posibilidad de ser gobierno, y para los ciudadanos, de tener a un responsable cercano a quién encarar las deficiencias y reconocer sus aciertos. Y Teodoro, que venía de la lucha armada, le apostó todo a la evolución pacífica, pero sin descanso, del sistema político.

No se puede hablar del significado histórico de semejante avance sin detenerse a considerar lo que significaba para el presidente de la República, en ese entonces, Carlos Andrés Pérez, desprenderse del poder de designar por su sola voluntad y la de su partido, Acción Democrática, a los veinte gobernadores de estado que teníamos entonces. Y es que ese acto de desprendimiento de ese gran demócrata que fue Carlos Andrés Pérez es uno de los factores que ha impedido que el castrochavismo haya arropado por completo al país, aunque haya estado muy cerca de lograrlo. Piénsese solamente qué habría podido ocurrir si cuando Hugo Chávez fue elegido presidente en 1998, hubiera estado facultado para designar a dedo a todos los gobernadores de los estados. No estaríamos luchando aún por recuperar la independencia para restablecer la vigencia de la Constitución.

La tercera derrota de los golpistas será esa, luego de las que les propinó el presidente Pérez el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, la que por haberse visto obligados a convocar las demoradas elecciones de gobernadores, van a sufrir. En sus renovados ímpetus contra el Estado de Derecho, están pretendiendo hacerse de todas las gobernaciones de los estados o desaparecerlas en caso de no lograrlo, pero sin pagar ningún costo. Van a tener que pagar un muy alto costo político por cualquier cosa que hagan, sea que suspendan las elecciones, sea que el desconocido muñuño espurio y fraudulento elimine las gobernaciones por otro de sus inconstitucionales actos de fuerza que impone a punta de bayonetas, sea que se convenzan de volver a intentar un fraude o sea que sencillamente se sometan a la voluntad soberana de los electores, para tratar de mantener el taparrabo electoral con el que quieren seguir disfrazados de demócratas. Como quiera que sea, con las elecciones a gobernadores, pagarán el costo político de su golpismo.

Así, los golpistas sufrirán su tercera derrota. Y tal como las primeras dos, esta también se las propinará, en muy buena medida, Carlos Andrés Pérez.

Va de suyo que hablo de aquí y de ahora.


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