El 29 de abril, Día Internacional de la Danza, es en la actualidad una celebración global. Conmemora el nacimiento de Jean George Noverre, coreógrafo y maestro francés del siglo de la Ilustración, cuya gran virtud y tal vez su definitivo error fue anticiparse al tiempo al que perteneció. Se asegura que con sus creaciones literarias logró consolidar una teoría  de la danza, para algunos un mero ejercicio intelectual, para otros una ciencia, que  inevitablemente  acompaña, muchas veces sin ser solicitado, la dimensión esencialmente práctica de esta disciplina escénica.

En el mediático, instantáneo y tecnológico siglo XXI, época de renovadas valoraciones del cuerpo, de expresiones integradas del mismo, así como de movimientos espontáneos y descodificados, cabe preguntarse sobre la pertinencia de los discursos teóricos reflexivos a su alrededor. La respuesta se encuentra en la misma experiencia, cuando la danza es ya, incluso, una disciplina universitaria y ha generado sus propias metodologías de enseñanza e investigación.

La voz contestataria de Noverre, formado en la tradición cortesana europea, también tuvo eco en América Latina. Su concepción integral de la danza como problema y fenómeno social cuenta con seguidores dentro de la región, que tratan de analizar tanto sus impulsos como sus concreciones. La danza latinoamericana constituye una suerte de laberinto creativo. Híbrida, como las culturas que le dan origen, la danza de este continente ha buscado afanosamente, por disímiles caminos, su propia identificación como manifestación creativa de un particular conglomerado humano.

El coreógrafo e investigador cubano Ramiro Guerra se preguntó sobre la significación de la crítica, como dimensión de la teoría, en el complejo espectro de la danza en el mundo actual. Al respecto aseguró que esta podría contribuir a organizar el “potente, aunque quizás un poco anárquico, caudal de la danza”.  

Sonia Sanoja expresó que la danza se manifiesta ante los ojos del espectador, pero es en la interioridad del artista donde la danza comienza. Para la creadora venezolana, “el bailarín siente que la danza lo atraviesa y lo mueve dentro de un orden necesario. La danza es visual, se da para los ojos, es en los ojos de los otros”.

Señala Cassia Navas que el nacionalismo de rescate propuesto por la danza brasileña se tornó fuera de moda y cada vez parecía estar más claro que lo “brasileño” al ser manejado no era unívoco y único, pues el país estaba hecho de muchas “brasilidades”. En la era de la informática, de las comunicaciones rápidas, de las reedificaciones de fronteras nacionales y regionales, ¿cómo definir una danza nacional, por el gesto, por la música, por el tema, por el hecho de que los bailarines o coreógrafos sean brasileños?, se plantea la investigadora. 

Alberto Dallal explica que todos los matices, anécdotas, niveles y sucesos del país van a ser explorados por los coreógrafos del movimiento mexicano de danza moderna. Algunos, tras la aplicación de reglas personales, habrán de universalizar en ese período sus procedimientos, sus temas y sus alcances. “En las realizaciones coreográficas mexicanas –añade el teórico y crítico– surgen propuestas de imágenes, figuras, formas, estructuras y modos de acción dancística en los que se involucran todos los aspectos de la realidad y del mundo”.

Para el bailarín ecuatoriano Arturo Garrido la danza es un arte que aunque contenga datos físicos inmutables como la mecánica articular o el sentido del equilibrio, “sus contenidos, métodos y sistemas deben ser permanentemente reenfocados de acuerdo con el cambiante ritmo del espíritu social”. Y, aún, prosigue, “la moral y la ética dancística tienen que disponerse al movimiento, aunque esto signifique muchas veces ubicarse de manera contraria a lo socialmente establecido”.

De algún modo, estos autores latinoamericanos son discípulos contemporáneos de Noverre. Racionalizan el movimiento, establecen sus contextos y examinan sus circunstancias. Hacen de la experiencia tanto lúdica como reflexiva de danzar un hecho no efímero, sino trascedente. La teoría también conforma la danza. 


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