Al Telón de Acero era fácil imaginarlo desde afuera, pero muy difícil padecerlo por dentro. Stalin el odiante masacró quizás tanto como Hitler, y se sabía, pero el silencio era condición básica para sobrevivir los infiernos de Auschwitz y gulag hasta que la Gestapo y su carnal KGB liquidaran a millones de mudos. Ambos fascismos con etiquetas opuestas, derecha/izquierda, son equivalentes. Del nazismo crecen los testimonios, la maldad soviética todavía se cubre con velos eficaces: armas bélicas para  todo sistema narcomilitarista que favorezca sus finanzas y las de sus camaradas del terrorismo, gemelos en Siria, Irán, Corea del Norte, Venezuela. Porque la trampa es su especialidad genética: propaganda pacifista, fijo contrabando de toda laya, chantaje monopartidista continuo (carnet de la patria), intimidación individual rutinaria, violación sistemática de toda institución democrática constitucional. Para muestras de hoy, la ya nítida injerencia rusa en la reciente elección estadounidense y la imposición de la castrocubana ilegal asamblea constituyente que, aunque usted no lo crea, pretende vulnerar su propia constitución chavista del año 99. Prácticas ya normales en Cuba y sus satélites del continente latinoamericano Y puede que en el separatismo catalán.

Por si no bastan pruebas múltiples tras dos décadas de engaño castrochavista, a la dirigencia de los partidos votistas venezolanos, ahora habituales en Santo Domingo, les conviene una mínima asesoría literaria y por ahora leer tres novelas modernas, pues el arte auténtico ilumina sombras que esconde cada cortina por más oculta que sea su peligrosa intriga politizada. De Carlos Alberto Montaner su thriller de doble filo sobre el sexy-espionaje en Tiempo de canallas, (Santillana, Random House 2014); por su parte, la Editorial Anagrama, 2016, con dos traducciones: la biográfía de Limónov (el aventurero enemigo amistoso de su alter ego Putin) por Emanuel Carrere, y la de Shostakóvich, El ruido del tiempo, por Julián Barnes (la esquizoide trágica vida del músico bajo terror comunista). Dramas personales que desde interesantes tramas encarnan el sacrificio de pueblos tras telones bien tejidos con criminalidad militarista.

El cínico-comunicador Jorge Rodríguez Gómez, forjado en las escuelas de Edmundo Chirinos y José Vicente Rangel, al salir de Dominicana I, en sus declaraciones a la prensa, se refiere a Julio Borges sin nombrar su cargo como presidente de la legítima Asamblea Nacional y exige que la delegación opuesta pida el retiro de las sanciones económicas impuestas por entidades financieras foráneas a personas y grupos narcodelincuentes chavistas con sus testaferros, a cambio de permitir que la población venezolana recupere su derecho a la alimentación adecuada y medicamentos urgentes, con ayuda humanitaria externa por intermedio de la prestigiosa Cáritas internacional. Enfatiza el cínico-sonriente psiquiatra que lo harán si su filial venezolana accede a un cambalache de 100.000 dólares producto de donativos en la diáspora. Hay que agradecerle su repentina sinceridad. Por fin la mafia socialista siglo XXI se desnuda. Su capitalismo, idéntico al castrista, vuelve mercancía de canje la pobre vida de sus víctimas.

Queda por ver si para Dominicana II, el grupo opositor contestará que sí, cómo no, lo harán cuando la coca-revolución de Miraflores-Fuerte Tiuna declare, uno por uno, bajo juramento público, el monto de su riqueza personal en paraísos fiscales y la devuelvan al patrimonio nacional. Por cierto, en la nueva treta de dinero estatal digitalizado, esta vez no incluyeron el apellido del Libertador. Menos mal, porque es un negociado en su cripto-narco-chavi-petro-dólar, moneda de circulación comercial sin comprobantes, ideal para chanchullos oficialistas, así borran todo rastro ante un futuro poder contralor.

Ese convenio sería un toma y dame de maravilloso final. Aplaudido por Venezuela entera y cancillerías en casi todo el planeta. Lo que es igual no es trampa, dice la sabiduría popular.

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