Muchas veces, las brechas generacionales traen consigo marcadas diferencias entre los distintos miembros del grupo familiar, lo cual conlleva a tener diferentes actitudes, personalidades, intereses o formas de pensar.

Esto puede ocasionar falta de comprensión o de entendimiento, no solo con respecto a los asuntos cotidianos que propician el equilibrio en la convivencia, sino que además influyen en los asuntos determinantes de la vida, en la percepción que tienen los familiares entre sí y en el respeto que se deben demostrar.

Es muy cierto que la sociedad evoluciona rápidamente con base en la continua transformación que experimenta, la cual es cada vez más vertiginosa. Los padres crecieron en una época totalmente distinta a la actual.

Por eso, aunque han pasado por experiencias similares en su vida, que les brinda referencias para orientar a sus progenitores, necesitan adaptarse a los cambios. Además, en la medida en que los hijos crecen, obtienen conocimientos y criterio propio, por lo cual deben tratar de encaminarlos lo mejor posible, aunque cometan errores.

La familia está integrada por ese grupo de personas con vínculos cercanos que conviven diariamente en un espacio. Por eso es importante manejar adecuadamente esas diferencias generacionales y fomentar el equilibrio en el hogar.

Para esto se debe procurar que la comunicación sea asertiva, pues de este modo se expresan los sentimientos, pensamientos y opiniones, de manera apropiada, sin herir las emociones de los demás, especialmente cuando se trata de plantear críticas constructivas, injusticias o asuntos nada agradables.

Otra recomendación oportuna es manifestar amor de manera verbal y a través de acciones, para lograr que fluyan las energías positivas y se armonicen las relaciones entre padres, hijos y demás familiares, facilitando mayor entendimiento entre todos.

Así mismo, es pertinente fomentar la paciencia y la empatía como valor, para entender las dificultades o situaciones puntuales, que caracterizan cada etapa de la vida de los integrantes de la familia, con el fin de evitar frustraciones o incomodidades ante la falta de comprensión en cuanto a esas diferencias.

Del mismo modo, resulta acertado aceptar que los hijos  son individuos con su propia personalidad, con sus gustos e intereses. Por esa razón, los padres no pueden imponer sus ideas o forma de pensar. Para mantener el equilibrio es importante escuchar su opinión y tratar de encontrar un punto intermedio.

Por otro lado, también se hace necesario que los padres entiendan la relevancia de actualizarse, para vencer esas diferencias generacionales que se pueden presentar entre ellos y sus progenitores, dominando la información y los temas claves para facilitar su crianza, así como la armonía en el seno familiar.

Con este fin pueden fomentar actividades que les permitan compartir tiempo de calidad y el acercamiento entre ellos. En ocasiones, los padres olvidan que ellos también vivieron esa etapa durante su desarrollo con sus propias experiencias, y les cuesta aceptar que sus hijos están creciendo, forjándose como individuos que deben contar con autonomía.

No se debe olvidar que la mayoría de los problemas, en cuanto a falta de entendimiento entre padres e hijos, provienen de las diferencias generacionales que causan distanciamiento familiar.


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