No somos quienes para juzgar a nadie. La decisión de suicidarse siempre será una acción personalísima, es muy difícil colocarse en esa incómoda situación de terminar con la existencia de manera abrupta.

Del tema se han escrito innumerables ensayos que exploran las reacciones humanas, las investigaciones sobre el suicidio han usado cualquier recurso: que van desde las más avanzadas posturas científicas, hasta el legajo que trajo consigo la superchería, ese elemento vestido de misterio, hace que la sorpresa ancle en un sinnúmero de suposiciones, que abonan el terreno de la gran especulación.

El impacto que logra su protagonización en sociedades agobiadas es de un peso estratosférico. Es la muerte destilando sangre humana como un vampiro insaciable en la yugular de una víctima atormentada.

La historia tiene casos emblemáticos que hicieron metástasis en el corazón de nuestras sociedades. El célebre escritor escocés Robert Louis Stevenson nos regaló una interesante obra compilada en tres cuentos en donde  presenta en ellos a los personajes del príncipe Florizel de Bohemia y su amigo el coronel Geraldine. Ambos se infiltran en una sociedad secreta cuyos selectos miembros quieren irse de este mundo. La historia constituye uno de los dos ciclos del primer volumen de la colección de cuentos Las nuevas mil y una noches. La obra es una delicia que trata de hurgar en la profundidad de los misterios humanos, son prohombres que tenían el brillo de sus performances, pero que de alguna manera buscaban un escape que no estaba entre las ejecutorias de la vida, fue así como inclinaron su péndulo hasta los extractos de la muerte inducida.

Volviendo a nuestros predios es sorprendente el suicidio del ex presidente peruano Alan García, aquel orador avasallante que electrizaba cualquier escenario con su verbo revestido de cultura y merecía un capítulo final en el que aclarar su presunta relación con la constructora brasileña Odebrecht. La decisión que tomó alienta los espíritus de ambas orillas, que debatirán entre quienes lo culpan y aquellos que usan la solidaridad automática para exhibirlo impoluto desde su tribunal de conveniencia. Lo ideal hubiese sido, desde nuestra perspectiva, enfrentar con denuedo toda la investigación del caso. Acá no andamos juzgando de manera interesada, solo lamentamos la forzada desaparición de un demócrata con una cercanía histórica con Venezuela.

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@alecambero


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