La reciente “elección presidencial” fabricada a gusto y antojo del régimen comunista de Maduro en Venezuela es otra prueba más de que ese bello país está bajo dominio de un círculo de falsos “profetas” que además de empobrecer al país no van a contar con el dinero de la venta de petróleo dado que, aunque haya subido el precio de barril esa suba no les dará el suficiente efectivo para tapar la imparable inflación y otros problemas económicos que a esta altura son ya un cáncer.

Volvemos a confirmar –basados en varios reportes del cártel de países productores y otros independientes– que la producción de petróleo en Venezuela registró otra caída en abril de 2018 para ubicarse en 1,5 millones de barriles diarios de producción (mbd), ahora muy alejados de los años setenta en que llegó a un pico de producción diario de 3,78 mbd. Los diez años del socialismo chavista han destrozado la industria… y el país.

No hay buena producción sencillamente porque: los equipos tecnológicos de producción son obsoletos, los recursos humanos están ya desgastados y desactualizados, no hay inversiones nuevas para mejorar cuotas de producción y porque la política se metió en el bolsillo lo que debió ser una gestión gerencial independiente de la estatal petrolera. Siempre insistimos en que regímenes totalitarios financiados por recursos naturales terminan por despilfarrar el dinero ingresado y destruir la gallina de los huevos de oro.

Como Bolivia con el gas natural el petróleo para Venezuela es llave de su economía: el petróleo genera 96% de las divisas que viene –ya a cuentagotas– de los gestos benévolos del régimen de China –porque Estados Unidos tiene ya bloqueada gran parte de la compra de crudo venezolano y porque ya va necesitando menos crudo externo ante el auge norteamericano del shale con el fracking. Con el crudo de Irán casi fuera del juego petrolero global y con Venezuela en semi-jaque por Estados Unidos, Arabia Saudita y el shale van a paliar la eventual falta de crudo en el mercado global.

Pero volvamos a Venezuela: aunque Irán y Venezuela, ambos miembros OPEP, siguen siendo proveedores cruciales de los mercados del mundo, teniendo en cuenta que los precios del Brent –referente del barril de petróleo- llegó a 80 dólares la producción venezolana es tan baja que no le alcanzará para gozar de ese “veranillo” de buenos precios coyunturales. El régimen tendrá muchísimo menos dinero para despilfarrar y mantener “enchufados” o leales.

Además, desde el año pasado Venezuela se ha retrasado cada vez más en los pagos de su deuda externa, generando demandas multimillonarias de corporaciones contra el país y congelando activos y bajando aún más la imagen del país a nivel global.

No olvidar que Venezuela debe cerca de 50.000 millones de dólares –con base en crudo por recibir al imperio chino. Este es un problema que la nueva administración gubernamental de la transición venezolana debe resolver. Será muy complicado desprenderse de esa liendre china que acudió a dar dinero al régimen para seguir consumiendo petróleo.

La baja producción –lejana de los casi 3 millones de barriles de los setenta– no será suficiente para gozar de los buenos precios del barril, aun cuando estos llegaren al precio de 100 dólares.

El chavismo despilfarró el buen ingreso petrolero en esta década pasada en “programas sociales” sin mayor impacto para el futuro del país.

Como un dato histórico: Estados Unidos llegó a comprar este 2018 más petróleo a Colombia que Venezuela: 477.000 bpd, mientras que a Venezuela le compró 472.000 bpd.

Bloomberg indicó que Venezuela puede tener una pérdida de cerca de 600.000 bpd por año, debido a la falta de nuevas inversiones.

La buena noticia es que el régimen socialista está transitando sus últimos tiempos, es cuestión de algo más de paciencia y algo más de lucha. Luego vendrá la reconstrucción nacional venezolana y continental. Con eso se recompondrá el ajedrez latinoamericano y concluirán los despilfarros de petróleo y gas en el continente.


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