La muerte de un amigo es un huésped molesto en nuestra alma. Un terremoto de sentimientos que nos ubican en el tiempo, pasan como un celaje los instantes vividos junto a quien se marcha para siempre. La triste partida de Sol Alvarado produce una profunda aflicción, fue de los primeros que nos orientó en la lucha política, en ese sueño maravilloso que encarnó el MAS de mis tormentos. Una llamada telefónica nos avisaba de la infausta noticia, casi no podíamos creerlo, hasta que el buen amigo Macario González nos confirmaba el hecho. Fue así como los recuerdos tomaron por asalto la memoria para ir tras la senda de las anécdotas. Son muchísimas las experiencias que tuvimos. Un imberbe dirigente lo presentaba como expositor en un acto que clausuraría Teodoro Petkoff, los nervios me sometían al martirio de un nutrido auditorio expectante. Logramos vencer la prueba, el copioso sudor hizo que el miedo fuese sometido como un perro rabioso. Sol Alvarado supo guiarme hasta lograr el cometido. Aquel hombre era un orador extraordinario, debido a su enorme capacidad de expresión, escritor de pluma certera, siempre al lado de las mejores causas del pueblo humilde. Lector voraz –con un apetito desaforado– por el conocimiento en cualquier disciplina. Jamás buscaba imponerse como un gigante prepotente con súbditos idiotas. Su labor era la de encontrar potencialidades para la azarosa tarea que suponía crear una alternativa ante lo establecido. Sus disertaciones mostraban la sencillez de saber llevar el conocimiento. En alguna oportunidad intercambiamos libros de orientación doctrinaria, teníamos que aprender para saber la ruta que debíamos seguir. Estuvo en la guerrilla y de ella volvió sin odios, coleccionó amigos en todas las parcialidades políticas. Era fácil verlo dialogar con el desaparecido arzobispo de la Diócesis de Barquisimeto Críspulo Benítez Fontuvel, con cualquier buhonero o campesino con la misma afabilidad de siempre. Sus posiciones las mantenía con una fuerza argumentativa de esas que escasean a raudales en los políticos de ahora. Promotor de las mejores causas de Lara, jamás calló ante la injusticia, la gente acudía a la entonces Asamblea Legislativa para escuchar sus discursos llenos de una gran erudición, pero fundamentalmente fue un amigo que siempre estaba allí para acompañarnos. En cualquier lucha popular aparecía para llevar una voz de aliento. En Duaca nos cansamos de tenerlo como una figura cercana. Leal como pocos, sincero hasta los huesos, un verdadero hermano que la hora infausta nos arrebata hasta dejarnos paralizados. Son tantos momentos compartidos aquí en casa, instantes de la política cuando aconsejaba a este hombre que recién iniciaba su periplo en la lucha por los deseos del hombre.

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!