La antesala a este 23 de enero presagia acontecimientos insospechados que se precipitan. Hasta hace pocas semanas la ciudadanía se encontraba en un aparente estado de postramiento y sumisión. El alzamiento del pasado lunes de un grupo de la tropa profesional de la Guardia Nacional en Cotiza, que de inmediato fue respaldado por vecinos de la zona, no fue provocado por “oscuros intereses de la extrema derecha”, como afirmó el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, aturdido por el comportamiento que se vive en el seno de la FAN, sino por los efectos devastadores de la extrema pobreza que sufren los soldados de los distintos componentes junto con sus familias y el resto de la población.

El régimen está más que preocupado ante posibles réplicas. La información de inteligencia que se maneja es que algunas unidades están a punto de sublevarse, así que hay que estar atentos durante los próximos días y, sobre todo, a los efectos en la población civil, como la protagonizada en las zonas populares el lunes en la noche cuando se oyeron estruendosos cacerolazos desde Catia y Los Mecedores hasta Petare. Llama la atención que no se sumaran las urbanizaciones de clase media, y que solo esos barrios –donde está la base del chavismo– fueron los que se manifestaron en reclamos contra el gobierno.

Es un hecho incuestionable que por primera vez los militares han sido tocados por el discurso de un dirigente político que los incluye y arropa. Los mensajes directos del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, alentaron la protesta de los soldados en Cotiza, que atendieron al llamado hecho en su discurso, bien estructurado, sin ambigüedades ni estridencias, donde los invita a ponerse del lado del pueblo, pronunciarse en contra del usurpador y cumplir con la Constitución.

La movilización de hoy, previamente estimulada por la convocatoria en los cabildos abiertos, ha resucitado el espíritu del 23 Enero y es un termómetro que afectará la moral ya maltrecha en la FAN. Estamos en el punto de quiebre que vaticina un profundo cambio bajo el liderazgo sereno de Juan Guaidó, que no solo ha despertado la esperanza, sino concretado logros contundentes y apoyos irrestrictos en la comunidad internacional.

Burda maniobra. El gobierno envía mensajes contradictorios; se jacta de tener todo bajo control, de que no lo sacará nadie del poder, ni el imperio “mesmo”, pero manda recados desesperados para dialogar con Donald Trump, que se propone reconocer a Juan Guaidó como presidente interino. Para invalidarlo, da instrucciones a la Sala Constitucional del TSJ de desconocerlo y alentar descaradamente a Henry Ramos Allup a tomar la Presidencia de la Asamblea Nacional bajo la premisa de que es la única directiva del Parlamento –2016– que el TSJ no declaró en desacato. Una burda maniobra divisionista, a la que tuvo que salirle al paso el mismo Ramos al afirmar que “el único presidente de la Asamblea Nacional es Juan Guaidó y punto”.

El régimen de Nicolás Maduro nunca había estado tan vulnerable, la situación económica está cavando su propia fosa, para más inri, este lunes el Banco Central de Venezuela deroga la medida de 60% del encaje legal a los bancos que comenzaba ayer, ninguna entidad llegaba al encaje y tenían que intervenir la banca empezando por el Banco de Venezuela, que no llegaba ni a 10%. La consecuencia de esta cadena de erráticas improvisaciones las veremos con el precio que alcanzará el dólar paralelo, que rige la economía hasta en mercados populares. Antes de que se les tranque más el serrucho, mandan a Tareck el Aissami a firmar acuerdos sobre el refinamiento del oro con Erdogan en Turquía, país que será sancionado por Estados Unidos. La soga aprieta…


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