Resulta inobjetable que más de 40% de la oferta agregada venezolana (formada por la producción nacional más la importada) fluya hacia Colombia gracias al contrabando de extracción, cuya raíz se encuentra en el sistema de precios controlados, acordados o diferenciados.

Todos los productos son factibles de contrabandear, como la gasolina, que genera extraordinarias ganancias tanto en negocios “lícitos” como en los que no lo son. Tal es el caso de la “hoja de coca”, cuyo total de hectáreas producidas exige un consumo aproximado de 32 millones de litros de gasolina al año, según estadísticas oficiales por parte de instituciones de alta confiabilidad a nivel mundial.

Igualmente, es una realidad inocultable que en el entorno internacional que circunda a Venezuela, que posee una superficie de 916.050 km cuadrados, Estados Unidos tiene instaladas al menos once bases militares que configuran un enclave hegemónico que les garantiza el control y una ventajosa movilidad de acción y reacción sobre toda la amplia geografía de la América entera, en lo que respecta al ámbito de operaciones, de inteligencia, de comunicaciones y de logística. Sea propicio entonces para fines didácticos identificar algunas de ellas: 1 Surinam, 1 en Curazao, 1 en Aruba y  7 en Colombia (Palanquero, Apiay, Larandia, Bahía de Málaga, Tolemaida, Cartagena y Malambo).

Indudablemente, existe una invalorable fortaleza geopolítica, geoeconómica y geoestratégica de toda Suramérica en lo que respecta a su juventud, al talento humano y al cuantioso potencial de recursos naturales como lo son la franja petrolífera del Orinoco, la Amazonia en el corazón de Brasil y el Acuífero Guaraní (más grande del planeta). Y que en lo particular para el caso venezolano se posee la primera reserva de petróleo del mundo, la segunda reserva probada de oro, la quinta reserva de diamante, la quinta de coltán, la segunda reserva de agua del continente americano, entre otras innumerables bondades y polidiversas riquezas en todos los órdenes que representan un patrimonio o tesoro exclusivo de la nación o población venezolana, que no le pertenece ni le debe pertenecer por ninguna razón a  un gobierno nacional o del resto mundo. A propósito es oportuno revisar el artículo 1 de la carta magna.

No se debe subestimar o descartar el contexto antes presentado ni tampoco dejar a un lado las doctrinas Monroe (1823) y la smartpower o poder inteligente (2009), esto en el proceso de seguir comprensivamente la secuencia de eventos que alimentan el hilo conductor (con severas  implicaciones a nivel internacional)  de la actual emergencia política compleja por la que atraviesa Venezuela, la cual es catalogada por la vocería oficial del gobierno nacional como producto de una guerra no convencional donde destaca el cerco militar y la asfixia o guerra económica: “desabastecimiento programado y selectivo de bienes y servicios, el bloqueo financiero, el embargo comercial encubierto, el paro silencioso en la industria petrolera, el paro técnico de los servicios de transporte, electricidad, agua y salud, la hiperinflación inducida y el ataque a la moneda”.

Sin embargo, la “guerra no convencional” y cualquiera de sus componentes ocuparan  un segundo plano o no fueran factor de “angustia y zozobra”,si se hubiera evitado la dilapidación de recursos monetarios superiores a cincuenta veces el Plan Marshall (recuperación y reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial), no haberse empeñado en aplicar un modelo de economía política equivocado y basado en los sistemas de precios controlados o diferenciados que dieron vida y reproducción a la “mano visible del mercado” que destruyó la economía real, y lo peor, haber eliminado la meritocracia y  degradado a niveles decadentes de miseria a la población venezolana en su conjunto, y entre ellas la “desaparición”  progresiva y sistemática de la universidad y toda su comunidad.

Finalmente, un profundo agradecimiento a los amigos y familiares por su ayuda solidaria, porque es muy duro cuando no se cuenta con el poder adquisitivo suficiente para alimentarse, comprar medicinas o ser atendido clínicamente para neutralizar los efectos de alguna enfermedad, y aun así seguir convencido e insistir en que es solo a través del respeto irrestricto a la carta magna y al derecho internacional lo que nos permitirá encontrar una solución  pacífica y civilizada que beneficie a todos en nuestro país, la región y el mundo en su globalidad. Violando la norma fundamental de Venezuela por desconocimiento o por capricho político lo único que seguirá generando es la anarquía legal en el orden interno y en la dimensión mundial. Lo que pase aquí será tomado como jurisprudencia…

Fuente: Perspectiva Económica y Académica Contemporánea. UNET. Años: 2018-2019.

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