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«Be yourself, everyone else is already taken« (1). Oscar Wilde

Como si se tratase del protagonista de Dorian Gray, un brasileño treintañero parece haber firmado un contrato con el diablo para ser joven y guapo. Nadie sabe qué ganancia lleva el demonio en ello. Rodrigo Alves se enamoró de la perfección estética del muñeco Ken –la pareja masculina de Barbie– desde el instante en que lo vio. Fue un flechazo inmediato.

El adolescente quiso encarnar la belleza ideal de ese maniquí a cualquier precio. Y la verdad es que lo pagó caro. A lo largo de su juventud ha estado sometiéndose a varias operaciones de cirugía estética. A demasiadas. Y es que ya hay que desear algo con mucha intensidad para quitarse costillas del esqueleto de forma voluntaria en pos de una silueta imposible. Rodrigo Alves fue capaz de hacerlo. El joven nacido en Sao Paulo entró y salió de numerosos quirófanos encantado de ponerse en las manos artesanas de cirujanos que transformaron su singular identidad en sosias del célebre figurín de juguete. Lo que Rodrigo Alves era antes del ataque de amor, o si lo prefiere, lo que era antes de sufrir un arrebato de enajenación y querer ser otro no volverá nunca más. Después haber querido estirarse la piel del rostro, ponerse labios, estrecharse el talle y otros caprichos, finalmente casi ha logrado ser Ken.

La prensa internacional recogía la noticia de la detención de un brasileño en Berlín por un problema de identificación. La policía alemana no reconocía a la persona de la fotografía en la extraña persona que les mostraba el pasaporte. (“Detuvieron al Ken humano por no parecerse a su foto del pasaporte” (El Nacional, 14.10.2018).

La historia de Rodrigo recuerda la trama de la novela El retrato de Dorian Gray que escribía  Oscar Wilde a finales del siglo XIX. Y por cierto, ahora que lo pienso, la única ganancia del diablo en este pacto secreto solo podría ser el alma de un hombre borroso.

(1) »Sé tú mismo, todos los demás papeles están cogidos»


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