La frontera sigue cerrada para quienes esperan una salida. Detrás de la irracionalidad de seres que se desentienden del problema están las medicinas que pueden salvar miles de vidas. Para los ciudadanos sin ninguna posibilidad de obtener esos beneficios, aquellos insumos son una esperanza de vida. Tenemos una gran cantidad de pacientes crónicos que no tienen medicamentos. No es un tema para la vindicta política, sencillamente es comprender que son ciudadanos que requieren urgentísima atención. Igualmente ocurre con alimentos, fundamentalmente para niños y ancianos, que son esenciales para su bienestar.

Pasar de rebuscar entre los desperdicios hasta conseguir comida decente que llevarse a la boca es una prioridad para muchos sectores de nuestra sociedad, urgida de una atención integral. Ese es el meollo de todo este drama que envuelve la cruel realidad de la nación. Es imperativo que puedan llegar esos insumos a quienes los requieran. Y más cuando tenemos el peor sistema de salud del continente americano.

Centros de salud en estado ruinoso, sin medicamentos y con buena parte de los médicos graduados en universidades de reconocida categoría huyendo del país, debido a la incapacidad del gobierno de brindarles las condiciones mínimas para laborar con las mejores garantías. Con un pueblo azotado por una hambruna solo equiparable con algunas naciones africanas. Hasta esos niveles hemos llegado en veinte años de revolución.

Desgraciadamente la capacidad de rectificación no está entre las prepotentes expresiones de estos personajes. Para lograr revertir esto, el régimen debía entender que tenía que cumplir con su responsabilidad, apartando las pamplinadas ideológicas para otra coyuntura. Un gobierno que impide la necesaria ayuda humanitaria, pero que no hace absolutamente nada por paliar la situación, siendo el único responsable de lo que ocurre. No es endosando sus errores a quienes quieren una solución urgente al drama que padecemos. ¿Cuántos han muerto esperando una solución? ¿Cuántos tendrán que soportar este drama? Se trata de venezolanos lanzados al abismo por una administración que solo piensa en perpetuarse en el poder.

Las medicinas que llegarían de Rusia y China fueron simplemente una cortina de humo. Jamás llegó barco alguno. La treta macabra de disfrazar una situación con una propaganda que distribuyen entre sus medios genuflexos.  Las de Cuba son fármacos de los cuales se desconocen sus procesos sanitarios, pero que siempre son un recurso que utilizan como señuelo político.

La realidad es que nuestro pueblo sigue careciendo de estos elementos, ya es hora que aparten su postura, lo honesto es ponerse en el lugar de quienes sufren. Abrir las puertas de la frontera para que entre la ayuda humanitaria de un mundo solidario, ese planeta que parece más cercano que aquellos funcionarios gubernamentales que se jactan de amar a Venezuela.  

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