Milada Horakova, Praga, 1901. Abogada. Sobreviviente de un campo de concentración hitleriano. En la posguerra ejerce poco tiempo como defensora de los derechos humanos hasta la invasión stalinista que la encarcela. Permanece en total silencio de meses bajo sádicas torturas, calla por convicción democrática y para no delatar a la resistencia checoslovaca. Por fin, ante el tribunal conformado por sus paisanos, jueces y testigos sovietizados, declara: “Soy culpable de conspiración contra los comunistas, lo soy según las órdenes de su legislatura” y firma la sentencia para salvar a su familia vigilada por la KGB checa. En 1949 es ejecutada en la horca. La hija y el esposo se reencuentran en Estados Unidos veinte años después. Mujer de hierro, filme  checo de 2017 resume su heroica biografía que representa a más de 100 millones de inocentes asesinados a lo largo del siglo XX según El Libro Negro del comunismo, crímenes, terror y represión (1997), investigación académica francesa traducida por César Vidal  (Planeta, España  1998).

El de Milada fue un silencio unipersonal que se pudo conocer mundialmente a la caída del régimen y señaló el sometimiento bestial de su nación rescatada del nazismo por la alianza antinazi de 1945, seguida casi de inmediato por el fascio-militarismo soviético que invadió a gran parte de Europa.

Emma González, cubana de origen, millennial de 18 años, sobreviviente del tiroteo en la escuela secundaria Douglas de Parkland, Florida, Estados Unidos, Febrero 14, 2018. Niños, liceístas, universitarios y sus docentes de todo el país organizan una gigantesca marea de protesta el pasado 24 de marzo para exigir la anulación o la enmienda constitucional bicentenaria que aún permite compra y uso indiscriminados de armas bélicas contra civiles indefensos. En la manifestación   central de Washington que gritaba” Basta ya es basta ya”, Emma  pide 6 minutos y 20 segundos de absoluto silencio, el mismo lapso que duró la masacre en su liceo. Pausa que marca el inicio de un relevo generacional para el liderazgo político.

Es un silencio nacional pero bien escuchado en buena parte del mundo libre y debe retumbar ya en los militantes de ambos partidos congresistas estadounidenses que aún tienen tiempo para escuchar y ejercer su función primordial, la de toda verdadera democracia: representar a la mayoría apartidista hoy multiétnica y variocultural que los eligió con ese propósito. Mensaje que se proyecta hacia  millones de latinoamericanos sometidos por el cruel castrismo y sus satélites, directamente o por medio de agentes disfrazados como Henri Falcón, silente de oídos sordos frente a los delitos de lesa humanidad cometidos por el chavismo, candidato para votaciones venezolanas bajo control y pacto gubernamentales en votaciones del próximo mes. Así se protege junto a otros cómplices de obvia culpabilidad. ¿Quién paga esa narcocampaña?

En la Venezuela del chavismo militarista criminal resuena clandestino, todavía sin resultados positivos, un silencio sordido, negro, funerario, ensangrentado a diario por dos décadas y van 200.000 víctimas de la delincuencia estatal desde milicias, paramilitares y grupos policiales oficialistas. Un obligado silencio estrepitoso ensordece con prisiones, torturas, matanzas, pestes y hambrunas al modo sovietista vía castrocubana, enmudece a personas, instituciones, partidos democráticos tal cual acaba de ocurrir en votación que consagra al nuevo zarismo de Vladimir Putin y lo hará pronto cuando Raúl Castro pase a mentiroso retiro y el suplente será, lo dice el sabio refrán: “Idéntico musiú con distinto cachimbo”.

El venezolano es un silencio que chilla, gime, llora por los perseguidos, presos y asesinados antes y durante los años 14 y 17, la masacre en El Junquito, el hamponato  protagonizado desde  la mafiosa dirigencia ilegal y dos millones y medio de funcionarios amenazados con el chantaje clapista. Silencio estruendoso que implora la audiencia y el accionar inmediato de todo el continente pues implica su propia salvación contra el fascismo rojo. Es la hora 25 advierten algunos. La hora cero sentencian otros.

Diría desesperado nuestro ilustre querido maestro José Antonio Calcaño (1900-1978), músico integral de todos los tiempos: “Suficiente… suficiente…”.

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