Ha pasado otra semana más en la que la política exterior del gobierno del señor Maduro continuó cosechando resonantes éxitos que merecen ser resaltados.

Empecemos con la nueva política migratoria instaurada por Trump que impedirá a los miembros del gobierno y a sus familias el ingreso al “imperio” incorporándolos así a la muy privilegiada lista de ciudadanos de 7 países cuyo desempeño internacional en materia de combate al terrorismo es deficiente (Chad, Irán, Libia, Corea del Norte, Siria y Yemen). Es tan interesante como lamentable el detalle que revela que con todos esos países Venezuela mantiene relaciones de especial afecto que pudieran sugerir aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”. Sirva también la ocasión para destacar que el “imperio” –de puro malos que son– tiene su listica negra de jefes de Estado en la que no entra cualquiera sino que son solamente cuatro: Mugabe, El Assad, Kim Jong-un y nuestro vernáculo Nicolás. ¡4 entre 193 países que hay en la ONU revela sin duda méritos excepcionales!

Es cierto que hasta los momentos no se ha clarificado si la exclusión migratoria alcanzará a todos los funcionarios gubernamentales (ministros, constituyentistas, militares y hasta porteros de oficinas públicas), en cuyo caso los afectados sumarían millones, ni tampoco se ha aclarado la definición y alcance del concepto de la familia que tendrá que padecer el castigo de no poder ver a Micky Mouse, ni atenderse en instituciones de salud norteamericanas, ni tener cuentas ni propiedades, ni participar de esas pocas ventajas adicionales de Estados Unidos que el joven canciller ha calificado de decadente. Tampoco se sabe si la exclusión alcanzará solo al nivel de funcionarios nacionales o si incluirá el marco estadal y municipal. ¡No vaya a ser que en la sacudida a algún burócrata gringo se le ocurra privar a los familiares de funcionarios de las escualidísimas gobernaciones de Miranda o Lara o de las apátridas alcaldías de Chacao, Baruta o Lechería del sueño de Disneyworld! Pero… si así fuera al menos tenemos el consuelo de que “tenemos patria” y que esta es soberana aunque todavía persistan “algunas carencias” prontas a solucionarse, siendo que nuestro jefe del Estado acaba de anunciar que vivimos el año de mayor producción alimentaria de las últimas décadas y el inicio de una época de paz garantizada por la ANC.

El segundo palmarés corresponde al canciller Arreaza, en cuyo debut le ha tocado presentarse ante escenarios muy poco favorables tanto por la difícil situación que vive el país como por la repelente impresión personal dejada por su impresentable predecesora. Se reconoce a Arreaza una presencia personal y urbanismo más acorde con el ambiente internacional en el que le toca actuar, pero ello no quita que su discurso mantenga los comodines heredados de su suegro.

Resultó interesante contrastar la crítica de Arreaza a la fanfarronería imperial de Trump en días previos ante la misma Asamblea reclamando por ello respeto por la tribuna, mientras que acto seguido reivindicó la histórica y vergonzosa invocación del “olor a azufre” denunciado por su galáctico suegro en la triste sesión de 2006 que –en opinión de muchos– marcó junto con los zapatazos de Kruschev en el mismo escenario en 1960 uno de los episodios mas bochornosos de toda la historia de la ONU. Además, hay que notar que las tomas de televisión revelaban con claridad una sala prácticamente vacía, lo cual daría que pensar que la presentación de nuestro canciller era de menor interés que el juego de pelota pronto a iniciarse en la misma ciudad.

La lista de éxitos sigue con los reclamos por violación de derechos humanos y aplastamiento del sistema democrático formulados por numerosas delegaciones y altos personeros, sin dejar de reconocer que algunos pocos no perdieron la oportunidad de expresar apoyo. Entre ellos el inefable Evo, quien siempre aprovecha cualquier escenario para vociferar viejos y muchas veces justificados rencores y el canciller de Rusia –único peso pesado–, quien como era de esperarse expresó el apoyo de su país al gobierno venezolano. No olvidar que Rusia está en pica con Estados Unidos y que además quiere cobrar los churupos atrasados que se le deben. Hasta la propia China apenas estuvo prudentemente comedida sin romper lanzas ni jugarse a fondo por los ocupantes de Miraflores. Es cierto que el G77 emitió un tímido comunicado de apoyo a Venezuela, el cual –como era de esperarse– fue ampliamente recogido y aprovechado por la representación que dirige el muy prestigioso Rafael Ramírez, quien –por esas cosas injustas de la vida– no puede salir a la calle en Nueva York porque lo “escrachan”.

Ahora toca enfrentarse en la OEA al cuarto informe de Almagro sobre derechos humanos y al desarrollo de los testimonios ante la comisión que preside el ex fiscal Moreno Ocampo de la Corte Penal Internacional de La Haya, todo lo cual ha sido adversado por nuestro gobierno por “estar plagados de mentiras”, igual que el informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (Zeid Ra’ad Al Hussein), quien también recibió “afectuosos” calificativos de parte de la “nomenklatura” venezolana.

Capítulo aparte merecerá en su momento la mención casi furtiva al diferendo con Guyana que apenas días antes había sido expresada con gran énfasis por el presidente Granger del país vecino. No es este el momento de suministrar munición al argumento del adversario, sino solo de afirmar que la respuesta venezolana no estuvo a la altura.

Solo falta mencionar que la MUD –atendiendo al clamor popular y la conveniencia política– dejó con los crespos hechos a quienes tenían pensado pasar su vacacioncita con viáticos en la República Dominicana. Zapatero a tus zapatos. Usted ha perdido legitimidad para convocar a nadie.

Sigan así muchachos… A paso de vencedores.


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