Se fueron los primeros 31 días del año y pareciera que hubiera trascurrido mucho más tiempo. Enero fue un mes que dio de qué hablar: trajo consigo esperanza, grandes aliados y movilizaciones masivas en contra del usurpador. También circularon noticias que enlutaron al país, pero que terminaron de llenar de coraje al ciudadano más golpeado por la crisis planificada desde Cuba y ejecutada desde Miraflores.

Juan Guaidó ha sido reconocido como presidente interino de la República Bolivariana de Venezuela, por Marruecos, Israel, Suecia, Japón, Italia, Ucrania, Alemania, Albania, Georgia, Finlandia, Reino Unido, España, Suiza, Honduras, Dinamarca, Kosovo, Ecuador, Francia, Paraguay, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Perú, Argentina, Costa Rica, Guatemala, Brasil, Panamá, República Dominicana, Chile, así como por la OEA, UE, ONU y el BID. Al contrario, el usurpador solo cuenta con el apoyo de Bolivia, Nicaragua, China, El Salvador, Cuba, Irán, Turquía y, a duras penas, cuenta con Rusia.

Por otro lado, tenemos el vergonzoso reconocimiento de México y Uruguay (hacia el usurpador) los cuales, a su vez, convocaron a una conferencia de países “neutrales” sobre lo que ocurre en nuestra nación. Dicha conferencia se realizará en Montevideo, Uruguay, y su propósito es sentar las bases para establecer un nuevo mecanismo de diálogo. Aún no se conoce quiénes participarán en este aborrecible acto, pero por supuesto estarán presentes pidiendo cacao los lacayos de Nicolás.

Al igual que Adolf Hitler, Nicolás Maduro cuenta con sus cómplices a quienes solo les importa seguir saqueando nuestras riquezas. Los países que apoyan la causa del tirano, en su gran mayoría, son naciones en donde los derechos humanos son violados y las elecciones no son trasparentes.

No existe un punto neutro cuando de hambre se trata; en Venezuela hay hogares en los que no se consume proteína animal (carne o pollo) con frecuencia, debido a los altos costos que estos alimentos presentan. Conozco casos en los que familias optaron por cazar iguanas para consumir su carne como último recurso de alimentación. Aún se ven en las calles personas hurgando en la basura a ver si hallan comida en buen estado. Quienes desayunan, no cenan, incluso hay quienes ingieren una sola comida al día.

No existe un punto neutro cuando los venezolanos mueren por no tener medicinas: aquellos que habitamos en la frontera con Colombia podemos buscar tratamientos médicos en el hermano país, pero no toda Venezuela corre con esa suerte. Los hospitales no cuentan con los recursos necesarios para atender una emergencia. Los precios en las clínicas, para cualquier operación o internación de un paciente, son de infarto. Los únicos que tienen acceso a esta salud tan privilegiada son los bolichicos y altos funcionarios del régimen del usurpador. El sueldo de los médicos y enfermeros de hospitales públicos da tristeza.

No se puede caer en un diálogo con quienes obligaron a millones de venezolanos a huir de su hogar: las cifras de los refugiados alrededor del mundo son impactantes. Hay venezolanos que sufren ataques xenófobos; hay venezolanos que les ha tocado despedir a un familiar estando a miles de kilómetros; hay venezolanos que esperan que el usurpador se largue, para retornar a su patria.

No que se sienten a dialogar con quien es el culpable de la separación familiar. No se puede ser neutro con quien viola constantemente los derechos humanos de los ciudadanos: Venezuela es un país lleno de torturas, desde que te levantas, y sabes que no tienes que comer, la preocupación del ciudadano es continua. En las cárceles del país hay cientos de inocentes que son víctimas de torturas psicológicas y físicas. Allanamientos se ven en cada rincón del territorio nacional en donde una protesta es ejecutada; el psicoterror reina en una nación llena de anarquía.

Por último, no existe un punto neutro en un país en donde encarcelan niños por protestar: estas, quizás, son las últimas patadas de ahogado del usurpador. La noticia de que 84 niños eran procesados por jueces cuando la ley lo prohíbe (siendo menores de 14 años) es una realidad que incluso Ediluh Guédez Ochoa, jueza del estado Yaracuy, denunció cuando a su despacho llegó la orden de procesar a 11 adolescentes por manifestar. Estos niños fueron víctimas de maltrato, cuando a golpes los amenazaban con el argumento de que iban a pasar el resto de su vida en una cárcel.

No se puede ser neutral ante el usurpador, mientras el pueblo de Venezuela muere. A la tiranía hay que extirparla de una vez por todas.


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