Esta semana la diplomacia venezolana acaba de anotarse varios resonantes éxitos que consolidan cada vez más los postulados de política exterior trazados por el Comandante Eterno tan celosamente resguardados y ¡potenciados por el talentoso equipo que ha tomado las riendas de la conducción nacional!

En efecto, cuando menos nos lo suponíamos, el inefable Nicolás inventa viaje a la “vecina” república de Kazajistán para adelantar una misión realmente importante para Venezuela, como lo es la reafirmación de la solidaridad bolivariana con la Cumbre Islámica de la Energía. Gracias a tal decisión este columnista se vino a enterar de que Astaná es la capital de aquella república desde 1998. Con nuestra escasa ilustración seguíamos creyendo que era la milenaria Alma Ata (hoy Almaty) que fuera durante siglos una escala importante en la histórica Ruta de la Seda. Pero… por lo menos sí estamos en cuenta de que la capital del “imperio” norteamericano no es Nueva York, como afirmó Nicolasito jr. desde la ANC cuando amenazó la retaliación bolivariana a las sanciones gringas, sino Washington, y estamos claros en que los puntos cardinales siguen siendo cuatro y no cinco, aun pese a la galopante inflación. Algo es algo.

En ese fugaz viaje a Asia Central nuestro jefe del Estado, jefe de gobierno y presidente del PSUV, junto con su esposa, la primera combatiente y actual constituyente, reafirmaron, en forma irrebatible, al menos dos de los pilares de la diplomacia revolucionaria: el universalismo y el nacionalismo. El primero de ellos, ocupando en el evento el sillón de la presidencia del alineadísimo Movimiento de los No Alineados, que a alto precio compró pagando la reunión de su XVI Cumbre en Porlamar en 2016, y luego el nacionalismo a ultranza que se evidenció en el hecho de hacer el viaje en un avión de Cubana que para ese selecto grupo de pasajeros seguramente era como estar en casa.

Otro de los objetivos bolivarianos cumplidos en la semana que termina ha sido, ni más ni menos, el envío de generoso tonelaje de alimentos, medicinas y material de construcción a Cuba para colaborar con la isla después del paso del huracán Irma. Loable y cristiana acción es la de ser caritativo “hasta que duela”, como dice el Evangelio, pero –comentan los apátridas– no muy bien recibida por los que sufren carencias alimentarias y de medicinas en la propia patria. “Cilantro pero no tanto”, se oía decir mientras el enésimoavo ministro para la Vivienda, orgullosamente, recitaba el listado de todo lo que partía para La Habana. Menos mal que algo nos ahorramos cuando Citgo (después de donar 2 millones de dólares para los fuegos artificiales de Houston del 4 de julio) quiso ayudar a los damnificados del huracán Harvey en Texas, esa gente le sugirió que mejor guardara su aporte en el “paltó” (como solía decir el Eterno).

Lamentablemente, hay que reconocer que el mundo en general está muy equivocado respecto a Venezuela, y ello se vio clarito en el apurado viaje que hizo el canciller para aparecer ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Allá, pese a sus explicaciones tan lúcidas, lo regañaron y salió con poca gloria y mucho palo que le fue reiterado sin rodeos por su coetáneo Macron (presidente de Francia) y por los españoles que tercamente se empeñan en no querer reconocer el escrupuloso respeto a la democracia que se practica desde Miraflores.

También el Parlamento Europeo votó en forma aplastante una resolución para solicitar a la Unión la adopción de sanciones contra los incomprendidos ductores de la soberanía nacional. Quinientos eurodiputados no quieren ver la hermosa realidad venezolana mientras hay apenas unos cincuenta que sí entienden las ventajas del socialismo del siglo XXI.

Y como guinda de la torta ahora la OEA, antro de confabulación al servicio de los Estados Unidos inicia audiencias para considerar el posible envío de acusaciones por crímenes de “lesa humanidad” ante la Corte Penal Internacional en La Haya con la asesoría del ex fiscal de ese mismo tribunal Moreno Ocampo, que algo debe saber luego de haber acusado y logrado condena para varias “joyitas” (Karadjic, etc.). ¡Menos mal que la ANC nos protegerá de todo aquello!


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