El Observatorio Global de Comunicación y Democracia (OGCD) señala en su último informe, recientemente publicado y disponible en la web, que el oficialismo inició esa tarea en el año 2012 y la ha prolongado hasta mediados de 2018. Se refiere a que, con ocasión de la celebración, durante ese lapso, de diversos episodios electorales, se adoptaron distintas medidas orientadas a perjudicar a algunos partidos opositores, considerados políticamente incómodos por el gobierno.

La tarea fue hecha por intermedio de lo que, por comodidad, me gustaría llamar un sastre electoral, integrado por varias instituciones del Estado (CNE, Contraloría, TSJ, ANC), que en ciertos casos buscó afectar su funcionamiento interno (interviniendo sus directivas), mientras que en otros optó por inhabilitarlos.  Como resultado de ello, a la fecha de hoy ha ido quedando una oposición confeccionada a la medida del gobierno, integrada por algunos grupos, suficientes, pareciera, para figurar que en Venezuela se llevan a cabo eventos comiciales cumpliendo con los cánones democráticos.

En resumen, hoy en día de los 21 partidos políticos nacionales legitimados por el CNE, diez son afines al oficialismo, dos son de tendencia opositora vinculados a la extinta MUD y ocho de tendencia opositora o independientes sin pertenecer a esta última.  Así, al escoger la oposición que más le conviene –sacando del juego a los partidos más importantes– se enturbia la competencia electoral y consecuentemente se achica el espacio de la democracia venezolana. Se trata, en fin, de una iniciativa que se suma a un menú diverso de decisiones que apuntan hacia el mismo propósito, lesionando gravemente el derecho de los venezolanos a tener una oferta política diversa.

Así las cosas, ¿cabe pronosticar que tendremos, con mayor o menor disimulo, un régimen de partido único?. Es el tema que asoma el OGCD, luego de un análisis minucioso y consistente del actual ecosistema de movimientos políticos. Carezco de respuesta con referencia a la posibilidad de que ello ocurra, pero es un tema, me parece, que por el solo hecho de plantearse y colocado, además, junto a otras propuestas y acciones gubernamentales, suscita inquietud por el futuro democrático del país.

En fin, otro día hablaremos del carnet de la patria.


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