ENRIQUE ALVARADO

El régimen venezolano se resiste a entregar el poder. Laboratorios de guerra psicológica, de ingeniería electoral y de maniobras dirigidas a dividir la oposición forman parte de su estrategia para quedarse en el poder. El domingo quedó evidenciado que para alcanzar su objetivo está dispuesto a hacer lo que sea necesario sin ningún tipo de escrúpulos y para ello cuenta con un aliado: el Consejo Nacional Electoral.

Un ejemplo fue lo que ocurrió en el centro electoral del Colegio Santa Rosa de Lima, municipio Baruta, en el este de Caracas. Allí convergen votantes de importantes urbanizaciones de la clase media y clase media alta del sureste de Caracas como Lomas del Mirador, Santa Inés, San Román, Las Mesetas y Santa Rosa de Lima. Ese centro tiene un censo de 4.000 electores con una altísima participación histórica que alcanza 90% y donde la votación chavista no llega a 3%. Es un centro emblemático de votantes de la oposición y fue cerrado por el Consejo Nacional Electoral sin ningún tipo de explicación. Casi todos esos electores fueron reubicados en el centro de votación Escuela Municipal Bárbaro Rivas, que está ubicado en el callejón José Gregorio del sector El Rosario de Las Minas de Baruta. Está a más de 4 kilómetros de distancia de su ubicación original y se encuentra en el corazón de una populosa barriada marginal llamada Las Minas de Baruta, altamente poblada y conocida por sus elevados índices de criminalidad, una zona de alto riesgo.

Asimismo, por estar ubicado el centro en una zona montañosa, se dificulta su acceso. Al dejar la vía principal para llegar al sitio de votación, había que transitar 800 metros por una peligrosa pendiente no apta para transporte público, lo que obligaba a los electores a caminar por dicha pendiente impidiendo así el acceso de ancianos, enfermos y minusválidos.

Otra forma de amedrentamiento fue la presencia de los colectivos armados chavistas a lo largo de toda la vía, con el deliberado propósito de generar miedo entre los votantes y que se inhibieran de ejercer el derecho al voto. Este tipo de mecanismo, entre otros, es implementado de manera sutil por el régimen como forma desestimular la participación del electorado opositor. El modus operandi se repite en todas las grandes ciudades de Venezuela en donde se encuentra concentrado el voto duro opositor. Así se explica la altísima abstención y la poca participación en las últimas elecciones.


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