Lograr el mayor bienestar con relación a la calidad de vida es uno de los aspectos más importantes en los seres humanos, pero lo más lamentable es que a medida que pasa el tiempo este objetivo está muy lejos de ser alcanzado en nuestro país.

La grave situación política, económica y social en Venezuela ha invadido todos los espacios en la vida  del venezolano. Reiterando el concepto de salud según la Organización Mundial de la Salud y desde un enfoque integral: “La salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, es indudable que en los actuales momentos y desde hace tres años no existen en nuestro país estas tres condiciones que catalogan que un individuo pudiera encontrarse en buenas condiciones físicas y mentales.

Las enfermedades y la gran dificultad para ofrecer una atención sanitaria oportuna y de calidad se acrecientan cada vez más. La crisis social que ha causado el aumento de la pobreza extrema y de ingresos no se detiene. Por  supuesto, es lógico que en este tiempo de crisis la salud mental de los venezolanos, que constituye uno de los puntos de equilibrio para lograr ese alto grado de bienestar, esté sumamente afectada y con un pronóstico alarmante para el próximo año si no hay una respuesta inmediata a esta grave situación humanitaria. Sin embargo, a pesar de todo este panorama, no perdemos  la capacidad de asombro cuando vemos a las máximas autoridades del país festejando y bailando en una tarima, hecho que fue muy reciente, además de vociferar que en Venezuela no está pasando nada y con un lema que raya en lo absurdo y ridículo: “Tenemos patria”.

El día a día del venezolano es patético. Las alteraciones desde el punto de vista emocional, la ansiedad, la angustia, el temor, la agresividad, la depresión  y un sentimiento que está invadiendo por completo la mente y el corazón de todos, como es la desesperanza, están prevaleciendo como una lamentable rutina de vida. Tener que vivir todos los días e incluso acostarte por la noches pensando si vas a encontrar los alimentos básicos, así como las medicinas esenciales o de alto costo para sobrevivir, que no dispones de los recursos para adquirirlos en su totalidad, que tus opciones de esparcimiento se limitan cada vez más, que tienes que penar en largas colas cuando llega algún producto de la canasta básica alimentaria y que tu capacidad de ahorro fruto de tu trabajo junto con la posibilidad de disponer de tu dinero se hayan menguado de manera alarmante, han conllevado a tener que vivir con todas estas alteraciones emocionales o psicológicas.

Es inobjetable que nuestra capacidad para afrontar las tensiones normales de la vida, a fin de trabajar de forma productiva y fructífera para poder también ofrecer nuestra contribución a la comunidad, la hemos perdido. Esto último es la connotación que se le da al concepto de salud mental.

En otro orden de ideas, los pacientes psiquiátricos están totalmente desasistidos. Los centros de atención públicos en los que son ingresados están en pésimas condiciones con relación a la infraestructura, sin insumos ni medicamentos, aparte de que están colapsados porque los pacientes no mejoran en un tiempo prudencial y el período de estancia hospitalaria se prolonga. Las personas con afecciones como trastorno bipolar, esquizofrenia o demencia no cuentan con el tratamiento pertinente porque hay una escasez absoluta de los medicamentos para tratar estas patologías, además de que no hay fármacos para los trastornos depresivos y de ansiedad.

Los pacientes psiquiátricos son invisibles para el “gobierno”, solo son visibles para la familia y el médico psiquiatra. Según médicos especialistas en esta área y psicólogos clínicos, se ha incrementado la ansiedad, la depresión, las crisis de pánico, el consumo de sustancias y alcohol y la condición de estrés crónico, producto de la situación país a que están sometidos los venezolanos, por lo que las consultas de psiquiatría y psicología  están copadas por personas con este tipo de alteraciones… Y pensar que este año fue decretado por la OMS como el Año de la Salud Mental. No hay derecho de que el “gobierno” nos  haya arrebatado las condiciones para mantener el adecuado equilibrio de bienestar y salud. A medida que se prolongue esta alarmante situación humanitaria, Venezuela se mantendrá como un país enfermo. No permitamos que la desesperanza nos domine. Mientras haya vida, la esperanza estará siempre presente para lograr y ver el cambio que todos anhelamos a fin de recuperar nuestra calidad de vida.


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