Las erradas y perversas medidas que en el sector de la economía comercial ha venido aplicando el régimen han dado al traste con la industria y el comercio, y lo que se está viendo como resultado de tamaña irresponsabilidad es un gigantesco cementerio de fábricas y empresas cerradas, y centenares de miles de personas desempleadas deambulando sin rumbo fijo en medio de una catástrofe humanitaria que cada día se profundiza aún más.

Por ninguna parte hay valor agregado porque no hay trabajo ni capital, que son las fuerzas productivas capaces de generar esos activos, y esto no es otra cosa que una manera de liquidar empleos. También se ofrece el espejismo de un aumento salarial, para regresar de nuevo a la realidad en medio de una espantosa hiperinflación sin comida, medicinas ni servicios, solo frustraciones. El Consejo Nacional del Comercio y los Servicios ha contabilizado el cierre de 500.000 empresas en todo el país debido a la difícil labor que está implicando la actividad empresarial. Cerca de 700 han sido expropiadas y han dejado de producir; otras lo hacen a su mínima capacidad. Las empresas pequeñas presentan una condición desastrosa. Carecen de los recursos suficientes para enfrentar una crisis de tan enormes proporciones y van directo a la quiebra. Según reveló Consecomercio, en 2008 se encontraban registradas en el país un poco más de 800.000 firmas dedicadas a diferentes rubros. Actualmente no se llega a las 270.000 activas. También se ha informado que en los últimos 13 años más de 60 transnacionales han cesado sus operaciones en Venezuela, dejando tras de sí una estela de millares de trabajadores y obreros desempleados.

El régimen tiene monopolizado el control de las divisas, y, por lo tanto, el comercio paralizó sus importaciones y nada tiene para vender, aparte de que permanentemente es víctima de hostigamientos y amenazas. El único mecanismo es el Dicom, que las otorga con extremadas restricciones y el cual no permite que las empresas puedan sostenerse operando a través de este elemento. Este progresivo deterioro está generando el cierre diario de 50 empresas comerciales cuyos dueños se han visto necesariamente obligados a bajar las santamarías de sus negocios. Esos son los catastróficos resultados del nuevo modelo económico anunciado por Maduro con su secuela de hambre y pobreza.

Mientras no se establezcan los mecanismos que permitan reactivar la producción para abastecer al país con efectivas políticas de estímulos con asistencia técnica y crediticia a los productores criollos y que se le devuelva la capacidad de compra al pueblo a precios accesibles, no se podrá superar la crisis, la cual tiende a agravarse con nefastas consecuencias. Está claro que el régimen no lo va a hacer.

A pesar de este sombrío panorama de la liquidación de la economía comercial y otras áreas, no nos embarga el desánimo. Tenemos la plena seguridad de que Venezuela saldrá adelante y, sin duda alguna, nos vamos a recuperar.


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