Se acerca una fecha electoral muy importante que definirá la ruta en la recuperación de la democracia. Esta elección es polémica, pues el régimen la ha organizado con historial de trampas, árbitros dispuestos a violar reglas y formas que no garantizan la transparencia de los resultados.

Luego de una justificada y dura lucha en las calles que quedaron sembradas con vidas de jóvenes, muchos piensan que esta elección representa la claudicación y hasta la traición a quienes lo dieron todo por el retorno de la democracia. También hay quien argumenta que una elección de un candidato opositor solo servirá para asegurarle su pasaje directo a la cárcel o un viaje sin retorno al exterior. Si estamos convencidos de que lo anterior es la realidad, entonces, ¿por qué la insistencia en que votemos?

Todos estamos obligados a manifestarnos; todos los que rechazamos la corrupción, los defraudados por la gestión de la revolución, los indignados por la presencia cubana, los que nos sentimos inseguros y tememos por nuestras familias, los que sufren por no encontrar la medicina oportuna, los que ven a sus hijos enfrentando un futuro incierto, los que perdieron su trabajo estable, los que vemos a los gerifaltes exhibir sin rubor riquezas provenientes de coimas, robos, tráfico de drogas y lavado de dinero. Todos los que quieren un mejor país.

Esta difícil situación ofrece la posibilidad de una estafa más sofisticada que robar votos, y es la trampa que surge al permitir la elección de los candidatos de la oposición para luego tenerlos al frente de gobernaciones más secas que las dunas de Coro, sin recursos y sin apoyo, y poder dirigirles la rabia de los electores en una venidera elección presidencial.

Debemos insistir en la manifestación de nuestra voluntad mediante el voto y asegurarnos con testigos y delegados de que no sea fácil robar ni retorcer los resultados.

Es un momento decisivo, como cuando en el sexto round de la pelea del siglo entre Sonny Liston y Muhammed Alí, en febrero de 1964, la esquina de Alí era una tragedia. El guerrero casi no podía ver y cuando se pasó la toalla para secar el sudor, sintió ardor en los ojos. Alí pidió tirar la toalla. No podía más… Angelo Dundee le contestó que ni de broma le obedecería: “Nos jugamos la vida. Tienes que salir. Sal por tus sueños…”.

Al sonar la campana dudando si levantarse, Alí vio cómo el gigante Liston escupía su protector bucal para entregar la pelea y no salir al ring.

Venezuela no puede quedarse sentada y entregar la pelea a Cuba y los gerifaltes que la han desangrado. Estamos tan agotados, tan adoloridos, pero debemos dar esa pelea… Debemos pararnos y estar dispuestos a ver al Leviatán quedarse en su esquina pues ya no resiste. Después de todo, el que se cansa pierde. Vamos a votar el 15 de octubre.


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