Todo terminó como estaba previsto que terminara, sin acuerdo alguno, sencillamente porque la debilidad extrema de la oposición le permitió al régimen darse el lujo de ser más intransigente que nunca. Las circunstancias, sin embargo, obligaron al régimen y a la oposición a prolongar el penoso encuentro de sus representantes con una tercera reunión, el sábado. Y cuando tampoco llegaron ese día a ningún acuerdo “medianamente” satisfactorio, añadieron una cuarta y probablemente última reunión, a celebrarse el próximo jueves 18 de enero. A sabiendas, sin duda alguna, de que en esta ocasión, a la cuarta va la vencida.

El gran escollo que no le permitió al régimen imponer su voluntad fue la propuesta formulada por Ricardo Hausmann. Un desafío al régimen, pero sobre todo a la oposición. O brincan todos a una o se encaraman. Es decir, que ante la magnitud de una crisis que no parece tener fin y con una dirigencia opositora agonizante por culpa de sus inexplicables vacilaciones, errores e incoherencias a lo largo de los dos últimos años, el argumento Hausmann debió adquirir en la mesa de diálogo un valor muy palpable. Entre otras razones, porque la comunidad internacional ya ha perdido la poca paciencia que aún conservaba para tratar con el régimen venezolano, y porque la oposición presente en Santo Domingo, por muy dispuesta que estuviera a cederlo casi todo con tal de tener una elección presidencial este año, se vio obligada tomar en cuenta a Hausmann y pisar a fondo el freno de su disposición a claudicar.

En medio de este atasco en las negociaciones, se escuchó otra voz, la de los obispos, siempre de firmeza inquebrantable. Y así, tal como antes Hausmann había sostenido que hasta aquí podía durar la guachafita, en el comunicado que divulgó la Conferencia Episcopal Venezolana al concluir su asamblea ordinaria, los obispos señalan que la raíz de lo que ocurre en Venezuela “está en la implementación de un proyecto político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizado, que el gobierno se empeña a mantener”. Tras esta caracterización del penoso sinsentido opositor de insistir en acordar con el régimen una salida electoral negociada a la abrumadora crisis nacional, el documento episcopal sostiene que a la vista de esta realidad a los venezolanos “solo les quedarían dos posibilidades: pérdida definitiva de la libertad, con todas sus consecuencias, o acciones de resistencia y rebeldía contra el poder usurpador”.

Sin la menor duda, la propuesta formulada por Hausmann y el análisis de los obispos venezolanos han sido tomados muy en cuenta por el régimen y por los representantes de lo queda de la MUD. Sería pura audacia sugerir que de no haberse escuchado la propuesta Hausmann, ahora con respaldo episcopal, el resultado de este postrer encuentro en Santo Domingo (recuerden que Heraldo Muñoz, canciller chileno, al viajar a la capital dominicana advirtió que si esta vez no se alcanzaba un acuerdo concreto y creíble “no tendrá ningún sentido seguir adelante con el diálogo”) hubiera sido muy distinto.

Desde esta compleja perspectiva, cabe ahora hacerse algunas preguntas. Por ejemplo, ¿qué ocurrirá en la reunión del jueves? ¿Se mantendrán tercamente invariables las posiciones de ambos bandos, o uno y otro suavizarán estas posiciones en aras de una fórmula de compromiso, que aun sin satisfacer las expectativas de nadie sea suficiente para calmar la impaciencia de la comunidad internacional y para no clausurar del todo la esperanza ciudadana en una solución pacífica, rápida y electoral del problema venezolano? Mientras tanto, ¿qué ocurrirá con las turbulentas aguas sociales que han comenzado a salirse de su cauce y amenazan con convertir a Venezuela en un territorio sin ley, a merced de la violencia, la hiperinflación y los saqueos? ¿Y qué ocurrirá con esa eventual candidatura presidencial de Lorenzo Mendoza, al margen del régimen y de los partidos de oposición, que algunos insinúan, cada día con mayor insistencia? ¿Habrá el jueves respuestas a estas y otras interrogantes igual de inquietantes? Y si a pesar de todo no las hay, ¿qué pasará entonces en Venezuela? A pocas horas del nuevo encuentro en Santo Domingo, estas son las incógnitas que trataremos de despejar la semana que viene.


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