Ceñirse a las evidencias de lo que fue Venezuela a lo que es ahora nos deja claro que la visión real de los revolucionarios, que era y es la manipulación del pueblo para su beneficio, que a fin de cuentas es y era lo único que les importaba, en el comienzo ellos ofrecieron algo utópico, bello, sublime, pero su visión y deseo real era muy distinto a lo ofrecido que es distópico… su venganza.

Las mentiras diarias del régimen en busca de continuar su manipulación ya no tienen vergüenza, la negación continua de la crisis humanitaria producto de su gestión del Estado en las últimas dos décadas, los atropellos a las personas que han disentido o diferido de su modelo político (si se le puede llamar así) que se ha degenerado en crímenes de lesa humanidad, en fin, es larga la lista. El chavismo-madurismo nos cuenta cada una de sus mentiras ante una realidad que devela solamente la existencia del infierno creado por ellos.

Esta visión distópica de los revolucionarios les obligó por su temor a perder el poder a crear de la nada mal llamada «asamblea constituyente» que se autoproclamó elegida con 8 millones de votos y, al año siguiente, con un mayor número de inscritos ante el Consejo Nacional Electoral, el narco-tirano Nicolás Maduro se dice reelegido con apenas 6 millones de votos y esto a pesar del ventajismo electoral y una aberrante compra de conciencias y de chantaje político.

Y es que la visión distópica y errática les hace decir, por ejemplo, a un Jorge Rodríguez que un trabajador puede tener una jornada de 800 horas mensuales. Es de imaginar que, según esas cuentas, es que usa zapatos que cuestan aproximadamente 800 dólares, cuando el sueldo de un venezolano no llega a 1 dólar diario. Esta misma rémora del Estado corrupto para justificar o desviar el tema del éxodo venezolano nos dice que en Venezuela hay 5,6 millones de «colombianos que han huido», pero la realidad muestra solo 54 de ellos son considerados como «refugiados».

Es que las mentiras en ellos no conocen límites y sus voceros dicen que la inflación «no existe». Es posible que quieran decirnos que el modelo chavista-madurista ha evolucionado y ahora solo existe la hiperinflación.

La distopía de todos los voceros del régimen se ve cuando se jactan en un plan «vuelta a la patria» donde regresan una centena de venezolanos y quieren decir: «se acabó la emigración». Al parecer no entienden o buscan descalificar a la Organización de Naciones Unidas cuando nos habla de 2,3 millones de emigrantes venezolanos desde 2014 hasta la fecha y va en aumento.

Y las mentiras siguen a paso de vencedores cuando el chavismo-madurismo tiene dos décadas diciendo que ahora sí va a «recuperar» la economía. Como toda visión distópica ha devenido en el hundimiento de esa economía en términos devastadores y es que sin estar en guerra las cifras son tan dantescas, por ejemplo, se habla de haber reducido el tamaño de la producción del país en más de 50% de los niveles que existían en 1998. Tareck el Aissami nos habla de que somos un país «potencia», pero la realidad es que lo único que se potencia son el hambre, la escasez, la pobreza y la miseria.

El cinismo de esta dictadura no tiene límites al afirmar que tenemos un sistema de salud excelente, pero en realidad cuántas protestas van solo en este año donde enfermeras y médicos alzan su voz porque no tienen medicinas, ni insumos y ahora ni agua para lavar las cosas.

Y podría seguir incontables líneas si citáramos a todos y cada uno de los detestables personajes del chavismo-madurismo, por ejemplo, una ministra de asuntos «penitenciarios» nos asegura que también tenemos el «mejor» sistema carcelario del mundo, será por los pranatos, porque aún se dirige la delincuencia organizada desde las cárceles, un Aristóbulo Istúriz nos habla de una educación «gratuita y obligatoria», mientras asegura que se incrementa la matrícula «escolar», será en la deserción, ya que muchos optan por no enviar a sus hijos a la escuela con el estómago vacío.

La revolución distópica podrá en su afán por destruir todo a su paso, comprar políticos como Rodríguez Zapatero y otros innombrables para que les laven la cara internacionalmente, pero son más las voces que se alzan en contra de la realidad venezolana y a favor de un cambio que nos coloque en la senda del bienestar, cuántos países van ya que se están haciendo parte en la denuncia en el tribunal de La Haya.

Ante esta distópica visión ¿qué haces hermano?, ¿esperamos a que esto pase solo? o ¿seremos nosotros los motores que aceleren el cambio deseado? Las respuestas siempre están en ti, quedarse sentado o levantarse y luchar por lo justo para todos es nuestro futuro, tu decisión.

Que hable la calle.

Fuerza y fe.

Distopía: Es el término opuesto a utopía. Como tal, designa un tipo de mundo imaginario que se considera indeseable. La palabra distopía se forma con las raíces griegas δυσ (dys), que significa “malo”, y τόπος (tópos), que puede traducirse como “lugar” (mal-lugar).


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