En un país que va para cinco años en recesión y sufre una hiperinflación que ya se ubica entre las siete más largas de la historia de la humanidad, es muy difícil esperar que las cosas puedan ir peor. Maduro tenía días vendiendo inminentes medidas que atacarían la crisis económica. Teniendo en cuenta la gravedad de la misma, la incertidumbre política, el movimiento ascendente del Dicom –sistema de divisas de tipo de cambio complementario– y las reuniones con asesores chinos, rusos y ecuatorianos, la conclusión que muchos sacaban era que esta vez sí podíamos esperar anuncios económicos de mejor calidad.

No obstante, pareciera que es un error esperar medidas económicas sensatas en la Venezuela actual. Lo que observamos fue un grave y profundo retroceso en materia económica.

Se anunció un “nuevo factor de corrección” en el petro, lo cual tiene consecuencias en el salario mínimo (la nueva estrategia comunicacional dicta no hablar de aumentos del salario). Con este incremento pasan cosas increíbles: no solo a la población le genera pesimismo y pánico estos incrementos (saben perfectamente que propiciarán cierres de empresas y más inflación), sino que hay que tener muy en cuenta que en agosto de 2018 se anunció que el salario mínimo integral estaría en la cantidad de 30 dólares; pero, por esas cosas de la revolución, a partir de enero de 2019 con el nuevo incremento pasará a 19 dólares (a tasa Dicom, porque si lo calculas a la tasa que no se puede nombrar será muchísimo menos).

Lamentablemente, se sigue jugando al aumento del salario sin atacar la hiperinflación. Es fundamental entender que mientras entre septiembre de 2018 y enero de 2019 el salario mínimo ha subido 900%, la inflación ha crecido casi cinco veces ese número.

Por otra parte, se lleva el encaje legal marginal a 60%. ¿Cuál es la razón de semejante medida? Que las empresas no tengan acceso al crédito, y con esto no puedan adquirir dólares. Increíblemente, se toma la decisión de restringir el crédito en un país que en cinco años ha perdido más de 50% de su producto interno bruto. Una medida pensada para mantener “estable” el paralelo (cosa que si ocurre será por muy poco tiempo), aunque eso implique más recesión, problemas de flujo de caja para las empresas y mayores inconvenientes para la banca (además de la confesión implícita de tomar medidas desesperadas porque, de verdad, “no podemos con el paralelo”).

Y luego tenemos la obligación para Pdvsa y demás empresas públicas de que exporten y cobren 15% de lo que vendan en petros. De esa medida es poco lo que se puede analizar. El petro no existe en el exterior, no solo porque está sancionado y fue emitido por un país en default, sino porque hay un riesgo reputacional inmenso (además de que no tiene ninguna liquidez). Será interesante ver quiénes estarán dispuestos a meterse en ese problema.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero cuando un eructo es lo más noticioso en un acto para anunciar medidas económicas en un país que padece una profunda crisis, te deja muy en claro la calidad de lo anunciado. Maduro ha perdido enormes oportunidades de enderezar un barco que él mismo ha llevado a naufragio. La situación económica empeorará, las medidas tomadas representan otro retroceso que nos puede llevar a grados más difíciles de la crisis, un lujo que la paupérrima calidad de vida de los venezolanos no puede darse.


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