Mi artículo del 20 de enero pasado lo dediqué a analizar la naciente figura política de Juan Gerardo Guaidó.  Allí señalé la sorpresa que me produjo el extraordinario impacto que tuvo en la opinión pública  su juventud y grata personalidad. Además, mantuve que  ese inicial éxito político se debía al diseño de una muy bien pensada estrategia que permitiría derrotar con éxito la usurpación de Nicolás Maduro. Estas elogiosas frases surgieron en mí de manera intuitiva. Nunca pensé que fuese posible, en tan corto tiempo, alcanzar los objetivos políticos logrados. La única explicación que encuentro a ese éxito  es que dicha estrategia fue coordinada minuciosamente, ya que se conocía de antemano que la juramentación de Nicolás Maduro ocurriría, el 10 de enero, ante la írrita asamblea nacional constituyente y que en consecuencia, al ejercer sus funciones presidenciales, se transformaría en un usurpador, creando las condiciones jurídicas para que el presidente de la Asamblea Nacional, según lo establece el artículo 233 constitucional, se encargara de la Presidencia de la República.

Negar los éxitos  logrados por Juan Guaidó, en estos dos meses de lucha, sería una inmensa injusticia. Es importante valorar el significado de algunos de ellos: sus primeras actuaciones permitieron transformar la desesperanza de nuestro pueblo en una militante fuerza popular. El valor que demostró al ingresar a Colombia a través de las trochas, para estar presente durante la entrada de la ayuda humanitaria, le dio a su joven personalidad un hado de heroísmo siempre necesario en todo líder político. En la reunión del Grupo de Lima, al discutir con los otros presidentes posiciones contrapuestas, logró que la mayoría respaldara la decisión de presionar a la dictadura madurista, a través de duras medidas económicas, a fin de que acepte la convocatoria a unas elecciones presidenciales justas y equitativas. Su regreso a Venezuela fue realmente impactante. Las redes han resaltado un conjunto de eventos casi inimaginables en las actuales circunstancias venezolanas. En fin, nuestro pueblo se ha ilusionado y cree que la dictadura madurista tiene sus días contados.

Esta percepción popular puede ser verdad, pero es necesario entender que la crisis venezolana se está desarrollando en medio de un escenario mundial particularmente conflictivo. Pareciera ser que el equilibrio alcanzado por el mundo, después de la disolución de la Unión Soviética, ha terminado. El inmenso poder político, económico y militar que tiene Estados Unidos empieza a ser cuestionado por el fortalecimiento de un grupo de naciones, China, Rusia, India, Turquía, Irán, Brasil, México y pare usted de contar, que tratarán de definir nuevos espacios territoriales de influencia. El reto  que tiene Juan Guaidó y los líderes latinoamericanos es lograr que la dictadura madurista entregue el poder de manera pacífica para evitar que el surgimiento de la violencia comprometa nuestro futuro. De no lograrse ese cambio político en paz, Venezuela podría verse envuelta en una guerra de cuarta generación que, con  certeza, comprometería el destino de nuestras futuras generaciones. De todas  maneras, hay que entender que el tiempo empieza a ser un factor fundamental que debe tomarse en cuenta.   

El reciente entrecruce de opiniones entre el asesor de seguridad nacional del presidente Trump, John Bolton, y el canciller ruso, Serguéi Lavrov, surgió sobre un tema histórico, la doctrina Monroe,  pero hay que entender que dicha doctrina se mantiene como un importante factor de orientación de la estrategia internacional de Estados Unidos. Dos frases la resumen: “el destino manifiesto” y “América para los americanos”. John Bolton, sin sonrojarse, sostuvo: “Washington no tiene miedo en usar la expresión doctrina  Monroe”, la cual, también es cierto, ha sido asociada con la historia imperialista de Estados Unidos. La respuesta de Serguéi Lavrov fue terminante: »Parto de la base de que estas arrogantes declaraciones de John Bolton harán reaccionar a los países latinoamericanos, porque él mencionó la aplicación de la doctrina Monroe en relación con Venezuela, pero insultó a toda América Latina». Creo que las dos declaraciones son equivocadas y muestran un grave desconocimiento de la idiosincrasia del pueblo latinoamericano y en particular del venezolano.  

El bloqueo de las costas venezolanas por Inglaterra, Alemania e Italia y la toma militar de La Guaira y Puerto Cabello, en 1904, se originaron por el  retardo en el pago del servicio de la cuantiosa deuda originada durante la Guerra de Independencia y desbarajuste administrativo de los gobiernos liberales. La acertada intervención de Estados Unidos, aplicando la doctrina Monroe,  permitió la liberación de nuestros puertos y el retiro de la flota europea. De todas maneras, ha quedado claro que el objetivo de la estrategia de Juan Guaidó y de todos los sectores democráticos es convencer a la Fuerza Armada Nacional de terminar con la usurpación madurista, constituir un gobierno de transición y convocar a unas elecciones presidenciales justas y equitativas. Si los cuadros de la Fuerza Armada Nacional entienden esta realidad y toman la decisión conveniente, se iniciaría, casi de inmediato, un exitoso proceso de recuperación nacional. De no hacerlo, surgiría el grave riesgo de una intervención militar multilateral. Reflexionen. Piensen en Venezuela.

La tragedia del apagón

No se dejen engañar por las mentiras del usurpador Maduro, las ideologizadas filípicas de Vladimir Padrino, ni con el cuento del ataque cibernético realizado por Estados Unidos mantenido por el hablachento de Jorge Rodríguez. Estoy casi convencido de que lo que ocurrió fue  una grotesca maniobra, no tengo dudas en afirmar que fue diseñada por los asesores cubanos, para tratar de debilitar la creciente popularidad de Juan Guaidó, la cual se iba a manifestar en una impresionante concentración en la avenida Victoria el sábado pasado. Si mi tesis, surgida de manera intuitiva, como consecuencia de la experiencia que tengo después de tantos años combatiendo el chavismo-madurismo, no fuese cierta; los venezolanos conocen perfectamente bien que el apagón debe de haber surgido, como lo señaló el presidente del Colegio de Ingenieros, por la total falta de mantenimiento en los equipos de la represa del Guri. Esa es la absoluta verdad.

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