La derogatoria de la Ley de Ilícitos Cambiarios por parte de la ilegítima asamblea nacional constituyente es una verdadera trampa cazabobos. He leído con atención las primeras reacciones suscitadas al respecto. Algunos consideran ingenuamente que se trata de una política económica acertada por parte del gobierno. Que sincerará el mercado financiero en una etapa en que nuestra maltrecha economía depende cada día más de los anhelados dólares. Los que sirven, como una “varita mágica”, para solucionar todo tipo de problemas. Desde la importación masiva de alimentos derivada de la innegable improductividad nacional de este importante rubro. Salvo –quizás– las hortalizas, verduras y frutas; porque Venezuela no produce absolutamente nada. Para sufragar determinadas semillas (impostergables para sembrar) se hace necesario importar algunas de ellas para la producción y recolección masiva. En tal sentido, es necesario recordar y tener presente a Agroisleña. En todo caso, los escuálidos agricultores deben comprar alimentos, medicinas, insumos y productos en general a precio del dólar paralelo.

Todo indica que la intención gubernamental está destinada y consiste en que los afortunados compatriotas que disponen de los billetes verdes contantes y sonantes podrán asistir a las casas de cambio –a partir del veinte de este mes– para venderlos libremente. ¿Cómo se fijará el valor real de los mismos? Cantinflas dixit: “Allí está el detalle”. Resulta aparentemente predecible que los crédulos detentadores del dólar podrán venderlos. Pero ¿para adquirirlos, cómo haremos? ¿Las casas de cambio, a su vez, podrán venderlos y a qué precio? No es ningún secreto que la caja chica del gobierno (es decir, la producción petrolera, impuestos e IVA) se encuentra cada día más menguada. A pesar de que el precio del barril de petróleo y la recaudación tributaria no es nada despreciable (mucho mejor que en los tiempos de la “cuarta república”), el valor del barril, convertidos en bolívares (con la alcahuetería viciosa del Banco Central de Venezuela) solo sirven para satisfacer la intención de compra al granel de conciencias a través de las “cajas CLAP”, del “carnet de la patria” y del emprendimiento grotesco que se observa en el embellecimiento de diversas vías públicas y su ornato; en contradicción con la hambruna y carencias de infinidad de productos. Se trata de una copia vulgar, chucuta y ridícula del plan emprendido por el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt (con innegable criterio de estadista) para reactivar la economía de su país en la década de los treinta. Derivada por la crisis económica y de la consiguiente depresión. No se trata de iniciar en Venezuela una agresiva política de construcción de obras públicas generadoras de trabajo y de infraestructura vital para la reactivación de nuestra agonizante economía. En nuestro caso es una especie de “Plan de Emergencia de 1958”. Vemos cómo en Caracas y en el interior trabajan sin concierto y a destajo algunos hombres y mujeres limpiando, sembrando y embelleciendo calles y jardineras. Conté 57 refaccionando la avenida principal de Los Campitos y 36 en la de Cumbres de Curumo. ¡Ambas vías están preciosas! Veremos a corto plazo cómo irremediablemente las plantas se secarán por falta de agua y de mantenimiento cotidiano. En la avenida Libertador; apiñados y destruyendo con cincel la genial creación de Cruz Diez, horadada por irresponsables pintas y fijación de carteles. Pero, al fin y al cabo: ¡“Así; así, así es que se gobierna”! En veinte años no solo no se han construido nuevas centrales generadoras de electricidad. Las existentes (producto de la cuarta república) por falta de mantenimiento están casi en obsolescencia plena. Ni hablar de los hospitales y la privación de todo tipo de insumos; carencia total de repuestos de toda índole; la fuga indiscriminada de médicos y demás trabajadores de la salud. Pero tenemos Shukois de última generación y las ostentosas camionetas 4X4 de los altos prebostes (milicos y civiles) oficialistas…

El economista que hace “guerra de sombras” (como los boxeadores) en la Asamblea Nacional afirma que la anc no tiene facultades derogatorias. El ilegítimo e írrito órgano, dizque constituyente, tiene un año haciendo de las suyas. Ha creado leyes y seguirá eructando infinidad de normas ilegítimas e ilegales. Todas facilitadoras para afianzar los desmanes de Maduro y su combo. Aún no se ha dado cuenta, el indudable experto financiero, de que la legítima AN se ha convertido en un remedo inútil de cuerpo legislativo. Por no contar con todos los fueros intrínsecos (los cuales les fueron arrebatados a la brava por el rollizo presidente) que les corresponde como vital poder público por antonomasia. Todos los días él y muchos diputados (consciente o inconscientemente) se han transformado en meros políticos de gabinete. Actúan como si viviéramos en republicanismo, donde la ciudadanía se desenvuelve democráticamente.

Paro general: un dirigente político que inició su carrera como sindicalista en un partido de izquierda radical. Luego convertido en gobernador de Estado; candidato frustrado a la Presidencia de la República y a gobernador por otra circunscripción electoral; tiene varios días declarando que llegó la hora de convocar a un paro o huelga general. Le ha colocado incluso fecha cierta.

La idea no es descabellada ni inoportuna. Lo es legítima, constitucional y legalmente procedente. Es una forma de lucha que se ha utilizado en otras oportunidades y épocas con resultados satisfactorios en todo el mundo. Así que no cuestiono, de ninguna manera, el planteamiento objetivo. En lo que difiero es en las “formas y en los modos”. Pareciera que su tránsito por la burocracia en sus diversos niveles le hizo olvidar las nociones fundamentales que todo sindicalista o dirigente político auténtico deben tener. Pareciera que la simple proclama enarbolada desde la Piedra del Medio (en Ciudad Bolívar) basta para que todos los trabajadores manuales e intelectuales, al unísono, acaten a una voz de mando de alguien que no manda.

Tropezamos de nuevo con los conceptos y términos de “estrategia” y “táctica”. Si se escoge en este momento la necesaria estrategia consistente en la convocatoria a un paro general o huelga general para obtener lo que todos sabemos y deseamos; debemos adminicular –con la debida ponderación– variados elementos (tácticas) pertinentes para que se cumpla a cabalidad. El papel de los sindicatos (con los respectivos líderes de fábrica, sitios de trabajo y locales) deben actuar con coherencia y disciplina férrea. Todos los gremios profesionales y sus dirigentes naturales a nivel local, regional y nacional deben proceder de igual manera. Los estudiantes, por intermedio de su dirigencia natural, serán un factor determinante dada su tradicional valentía y vitalidad. Por último (en idéntico rango de los anteriores) el sector empresarial, industrial, comercial, transporte y bancario debe interactuar armónicamente. Estos factores y algunos otros que se encuentran agrupados a través de organizaciones civiles están llamados para coadyuvar en la tarea. Por supuesto, la presencia insoslayable de los partidos políticos que estén acordes con lo enunciado para proceder en consecuencia. Esta urdimbre (dada la coyuntura económica social y política del país) puede y debe ser tejida a la brevedad posible. “Con trabajo de hormiguita”. Por aquello de que en la unión está la fuerza. Sin discriminación ni exclusiones de ninguna naturaleza.

Por último, lo que es necesario discernir para actuar con propiedad, es el carácter del paro: ¿Indefinido o con fecha de conclusión? La primera opción no amerita mayor explicación. Solamente estar preparados (material, anímicamente y con logística definida) para afrontar las consecuencias. La segunda opción consistiría en dar el primer paso a través de una contundente proyección y demostración de fuerza indetenible e inocultable (como un aldabonazo coercitivo y aleccionador) que haga reflexionar (a quien tenga que reflexionar) para evitar desbordes cruentos. Estos desbordes están a flor de piel. Solo falta una pequeña chispa para que se encienda la pradera…

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!