Provocar la abstención ha sido y es la estrategia de Nicolás Maduro y la corrupta camarilla que lo acompaña. Su aplicación les ha dado importantes beneficios. Fue, sin duda, la causa fundamental de la derrota de la oposición democrática en las elecciones para gobernadores. La provocó irrespetando, de manera inescrupulosa, los derechos ciudadanos. También es necesario señalar que los mismos resultados se presentan, después de la denuncia de Andrés Velásquez en el estado Bolívar, como fraudulentos. Es verdad que hubo otras causas para esa abstención, una de ellas la decepción que produjo, en algunos sectores, no haber logrado una solución de la crisis después de las recientes acciones de calle. Sin embargo, es innegable que el sacrificio heroico de tantos jóvenes fue el factor primordial para desenmascarar la dictadura y lograr el apoyo decidido que le ha dado la comunidad internacional a la oposición democrática venezolana. Además, la experiencia de lo ocurrido en la escogencia de los miembros de la asamblea nacional constituyente le ha mostrado, claramente, que eventos electorales no competitivos y sin algunas condiciones democráticas no generan legitimidad suficiente. Al madurismo le interesa que existan contendores, pero siempre mediatizados por el abuso de poder. Sin embargo, la experiencia de la derrota electoral en las elecciones parlamentarias lo ha hecho aún más temeroso, extremando sus arbitrariedades para evitar un riesgo similar.

La división de la MUD ha sido realmente una tragedia. No porque ella haya ocurrido en sí misma, sino por el inconveniente momento en que surgió. Es verdad que las diferencias estratégicas y tácticas existentes, en el seno de la dirigencia, eran muy significativas para poder realmente constituir una dirección política que estuviera en capacidad de conducir a la oposición democrática en su difícil y exigente enfrentamiento con el totalitarismo gobernante, pero no era causa suficiente para provocar la división teniendo tan cerca las elecciones municipales del 10 de diciembre y la casi certeza de que las elecciones presidenciales se efectuarán en los primeros meses del próximo año. Sin lugar a dudas, la Mesa de la Unidad Democrática había alcanzado un importante éxito al lograr una verdadera unidad para escoger sus candidatos a gobernadores sin mayores dificultades utilizando el método de las primarias. Es innegable que el resultado electoral fue sumamente traumático, pero eso obligaba, aún con mayor razón, a preservar a toda costa la unidad interna de la oposición para evitar nuevas derrotas y analizar con detalle los errores cometidos y los abusos de poder del madurismo para poder encontrarle una respuesta conveniente. La causa fundamental de la división fue la decisión de Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular, Causa Radical y Alianza Bravo Pueblo de no participar en las elecciones municipales, dejando además en claro que no irían a unos nuevos comicios mientras no se modificaran las actuales condiciones electorales.

¿Se discutió a profundidad tan delicada decisión con todos los miembros de la Mesa de la Unidad Democrática y se valoró con realismo el sentimiento nacional? Tengo algunas dudas. Me ha sorprendido el rechazo de varios partidos a esa decisión y la inmediata posición de amplios sectores sociales exigiendo asistir a las elecciones municipales para no perder espacios políticos obtenidos por la oposición democrática después de largas y muy difíciles luchas. Tampoco creo que se consideró con suficiente criterio el hecho del tipo de elección que se iba a realizar. Una elección municipal toca el sentimiento de los vecinos de una manera muy delicada. No es fácil aceptar una decisión de ese orden sin que se haya discutido con los propios vecinos las razones por las cuales deben abstenerse, conociendo de antemano que su municipio va a ser controlado por un miembro del PSUV, quien va a imponer su visión ideológica en actividades tan delicadas como la educación de sus hijos. Hay otro aspecto que tiene confundida a la opinión pública: la oposición no asistirá a las elecciones municipales por considerar que las condiciones electorales no son suficientemente equitativas, pero sí considera asistir a la contienda presidencial si se logra cambiar dichas condiciones. En caso de no lograrse, ¿piensan los partidos democráticos permitir que Venezuela continúe bajo el actual régimen por no lanzar un candidato presidencial?

Las consecuencias de la división de la MUD son de tal gravedad que sería irresponsable no señalarlas con claridad y firmeza. La primera ha sido la proliferación de candidatos. En todos los municipios, en los cuales históricamente la oposición ha derrotado con cierta facilidad al chavismo, ha surgido un número tal de candidatos que lo más seguro, de no resolverse tan absurda situación, es que los triunfadores sean los candidatos del PSUV. Esta proliferación de candidatos conducirá a una derrota aún mayor que la ocurrida en las elecciones de gobernadores. Sus consecuencias están a la vista: producirá tal desmoralización en los sectores democráticos que, muy probablemente, la oposición será derrotada en las próximas elecciones presidenciales. Si los grandes partidos decidieran no lanzar candidatos siempre hay la posibilidad que algunos de los pequeños, como está ocurriendo en las elecciones municipales, respalden a alguna personalidad nacional con cierta imagen, pero con ninguna posibilidad de éxito. Después vendrán nuevas elecciones para aprobar una constitución de corte socialista presentada por la asamblea nacional constituyente comunal. En consecuencia, es necesario que toda la dirigencia nacional responsablemente reflexione sobre la posibilidad cierta de estos dolorosos hechos y tome las medidas necesarias para evitar esa tragedia nacional. No es posible que se permita pasiva e irresponsablemente comprometer el destino del país y el de nuestras futuras generaciones. Resucitar de nuevo la unidad es imprescindible.

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