Las consideraciones de hoy tienen como motivación los resultados de la reciente elección para elegir, supuestamente, a los concejales de todos los municipios del país. De acuerdo con las normas debieron haberse realizado el mismo día de los comicios de alcaldes, lo cual no se hizo. Se introdujo, de esta manera, un vicio adicional a los bastantes prostituidos procesos electorales de los últimos años, pero no es esa la motivación fundamental.

Lo importante es que la dirigencia opositora entienda el verdadero sentir de la nación y actúe en consecuencia. Seguimos convencidos de que este pueblo es superior a quienes hemos pretendido dirigirlo. A veces se equivoca y termina pagando las derivaciones de sus errores, pero normalmente acierta y los dirigentes esquivan la responsabilidad, y se diluyen en medio de polémicas sin sentido que los dividen y apartan de los objetivos principales.

De acuerdo con las cifras oficiales el 9 de diciembre, cerca de 80% de la población no votó. Según los grupos especializados en el tema electoral casi 90% se abstuvo. Sin embargo, esto no pareciera decirles nada a los electoralistas agudos que no analizan, ni hacen comentarios interpretativos de lo sucedido. Desprecian esta enorme manifestación de voluntad. Continúan como si no hubiera sucedido nada. Se limitan a especular con una presunta anomia generalizada, una apatía irresponsable, sin entender la verdadera naturaleza de lo sucedido. Continúan en una prédica, hoy día bastante irresponsable, sobre la salida “pacífica y electoral” a la situación existente. Pareciera que calculadamente olvidan que estamos frente a una dictadura totalitaria y comunistoide que hace todo cuanto puede para mantenerse en el poder, controlar todos los instrumentos existentes y destruir cualquier manifestación de disidencia opositora. Por supuesto que en el juego gubernamental está alentar a quienes están dispuestos a convivir con el régimen, a conservar o ampliar espacios a cambio de mantener esta línea de diálogos o negociaciones para tal fin.

Las últimas actuaciones del señor Maduro, sus apresurados viajes a Moscú y a La Habana, la corta presencia de los bombarderos rusos y su verdadero significado, las absurdas referencias a Colombia y Brasil y, por supuesto, a Estados Unidos, sin ser excluyentes, ayudan a entender la magnitud del control cubano sobre el régimen que gobierna en Venezuela.

Quisiera discutir a fondo estos temas. Que me repliquen en forma y fondo con argumentos que me obliguen a una rectificación que haría con mucho gusto, pero sé que no será así. Nos seguirán llamando “radicales”, lo cual no me avergüenza. Ser radical es ir a la raíz de los problemas sin agotarnos en las consecuencias. No han faltado idiotas que frente a lo planteado nos dicen que tomemos las armas porque lo de ellos es esperar otras elecciones. Bueno, nadie es perfecto.

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