Ernesto Marcano-Requena

Vivimos tiempos donde se puede afirmar esa expresión bastante común: “Tengo esa emoción a flor de piel”, bastante empleada ante situaciones de algún sentimiento de alegría o tristeza. La definición muy sencilla de emoción proviene del latín EMOVERE (remover, agitar o excitar) o del francés EMOTION (conmover); pero también es cierto que es una alteración del ánimo.

En un encuentro con un buen amigo del sector de la salud, me conversó sobre unos cambios de los paradigmas, una visión, al menos para mí de cómo analizar las enfermedades. Me habló de una nueva metodología, sistematizada para evaluar y detectar las emociones. Me involucré tanto en este tema que nos conllevó a organizar conferencias y seminarios en varias ciudades del país donde pudimos constatar esa afirmación inicial de mi reflexión, sobre la emoción a flor de piel.

En un reciente estudio de la unidad de psicología de la Universidad Autónoma de Zacatecas en México, se demostró que cuando la ciudadanía esta sometida a periodos extensos – muy extensos, en el caso de Venezuela diría yo – de inseguridad sumado a la crisis económica, desemboca sin lugar a dudas a depresión colectiva. Aunque el estudio en cuestión NO evalúa el discurso (agresivo, de odio) de muchos líderes latinos, sin duda también repercute en nuestros síntomas emocionales.

En esos encuentros con múltiples personalidades promovíamos nuevos conceptos de cómo funciona el inconsciente, su ubicación en el espacio/tiempo, el pensamiento que se genera, los sentimientos que uno como ser humano experimenta, precisando en cada caso la emoción asociada, ubicando la sensación física en el organismo (la biología) y lo que no hemos logrado expresar.

Hurgando más sobre ese impacto en la ciudadanía, cayó en mis manos un libro muy revelador; con precisión descubrí que el autor, Gary Renard (norteamericano, conferencista internacional, también autor de otro libro «La desaparición del Universo») expone en «Tu realidad Inmortal», el tema de la guerra y el miedo. Allí nos dice, «los gobiernos temerosos, utilizan el miedo para adquirir poder político y controlar el país», lo cual por supuesto tiene que ver con intereses económicos. Y más adelante concluye, «el método preferido de los gobiernos es jugar con los miedos de las personas».

Por otro lado, ese estudio del departamento de psicología en México demuestra que el principal síntoma es un espiral descendente de la autoestima, irritabilidad, desmotivación, tristeza, frustración, dolor profundo, rabia, odio y estrés. Ante esa crudeza y variados síntomas del día a día de esta realidad, este amigo médico del que hablé al comienzo, me plantea muy acertadamente que debemos resetearnos como individuos y como colectivo, ya que somos como una computadora viviente y requerimos cuando estamos colapsados de problemas, buscar métodos que nos produzca relajación y algo de meditación – entre otras técnicas – para iniciar.

En estos tiempos contamos con excelentes profesionales y equipos multidisciplinarios, que están listos para apoyar no solo al ciudadano sino a las instituciones y tratar de generar el cambio. Hay mucho movimiento y toma de conciencia sobre el tema y se han comenzado a dar pasos concretos e importantes sobre el particular. Mi recomendación es tomar conciencia de esos miedos y aceptarlos, cuidar tu trato hacia las demás personas ya que eso indica como te sientes contigo mismo, no alborotar esa nueva religión que nos hace tanto daño: el juzgamentalismo. Y muy importante, perdonar, ya que quien no lo hace juzga, porque debe justificar esa capacidad. Y recordar que, lo que enseñas es lo que aprendes. Empecemos a resetearnos.

Nota: Les recomiendo buscar en Internet meditaciones del doctor Joe Dispenza.


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