Max Scheler en su célebre estudio sobre el resentimiento refiere que este es un “autoveneno psicológico” que libera emociones como “el rencor y el deseo de vengarse, el odio, la maldad, los celos, la envidia y la malicia”, todo lo cual genera “una herida, una violencia padecida, una afrenta, un traumatismo”, provocando impotencia que deja a la persona “rumiando una venganza que no puede ejecutar”, “atormentándole constantemente hasta que termina explotando”. Por su parte, Marc Ferro señala que “el resentimiento convierte a su portador, en la medida en que retiene la ira y el odio por mucho tiempo, en un malagradecido que padece una penosa eterna esclavitud”.

El resentimiento es tan viejo como la humanidad y no es exclusivo de una clase social ni de una ideología. Sin embargo, en el plano social alcanza su máxima expresión en los momentos revolucionarios, como lo demuestra Peter Sloterdijk en su obra Ira y tiempo, en la que la revolución es un “banco de odio” que acumula los rencores individuales para acrecentarlos y conducirlos en el tiempo, en el marco de un “plan de venganza”, metido en un disfraz de idealismo que impulsa a muchos anarquistas, comunistas y terroristas al asesinato o al genocidio. No por azar la novela El conde Montecristo se publica tres años antes que el Manifiesto comunista, y tampoco es una casualidad que dicha obra haya sido la favorita de Fidel Castro, cuando tramaba en La Habana llegar al poder, inspirado en la ira cumulada, fría y calculada de su protagonista Edmon Dantes.

El resentimiento también se anida en seres como los hermanos Rodríguez, en la revolución socialista marxista y mal llamada bolivariana, quienes día a día en sus parloteos televisivos, cada vez que tratan de justificar lo injustificable de hechos perpetrados por el régimen, anidan en sus entrañas un resentimiento con el cual tratan de destruir a todos quienes se oponen a la revolución, socialista, marxista y mal llamada bolivariana. Para justificarlo añaden que su padre fue víctima de la represión en la llamada IV república, pero no refieren que fue el autor del secuestro del norteamericano William Niehous, presidente de la transnacional Owen Illinois, por quien cobró rescate de 20 millones de dólares, cuyo paradero jamás se conoció, hecho que generó en las filas del partido de izquierda de su militancia severos cuestionamientos. No hace falta sino revisar los periódicos de esa fecha, para constatar lo que aquí referimos.

¿Qué se puede hacer ante este resentimiento nocivo y expansivo en la filas del partido oficialista y en las esferas del régimen? Existe una sola respuesta: salir de esta pesadilla porque el país no soporta más seguir sufriendo humillaciones, amenazas, retaliaciones y todo un tinglado de perversas actitudes y manifestaciones de Maduro, ministros, funcionarios de las empresas del Estado y de la ilícita asamblea nacional constituyente, pues los venezolanos clamamos por propiciar una sociedad justa, igualitaria, democrática y tolerante, rechazando al mismo tiempo la satanización y los mecanismos de la envidia institucionalizada, sustitutos contemporáneos del antiguo destierro griego. Es necesaria la propensión de mecanismos de resolución de conflictos que apliquen la verdad, paz, lucha contra la pobreza y la desigualdad social.

Las obras de Francis Fukuyama, uno de los más reconocidos estudiosos de la política global, en su más reciente obra titulada Identidad (La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento) acierta en su análisis con uno de los temas más controversiales al que denomina “la política del resentimiento”, la cual, según su criterio, es la capacidad que tiene un líder político de movilizar a sus seguidores” en torno a la percepción de que la dignidad del grupo había sido ofendida, desprestigiada o ignorada”, lo cual engendra a su vez “demandas de reconocimientos públicos de la dignidad del grupo en cuestión”. Al respecto agrega que en los últimos años el factor del resentimiento ha sido hábilmente aprovechado en distintos países por políticos que han encontrado en esa aspiración de dignidad (y en muchos casos de revancha), la posibilidad de obtener efectivos réditos electorales. Subraya Fukuyama que determinados sentimientos de humillación y falta de respeto pueden ser utilizados como réditos políticos, como los ocurridos en los últimos tiempos en nuestro país.

En el ensayo del gran escritor español Gregorio Marañón, titulado Tiberio, historia de un resentimiento, su autor hace referencia a la vida del emperador romano, “un ejemplar auténtico del hombre resentido”, en el cual se puede observar la incorporación de elementos psicológicos e históricos, para construir una teoría general del resentimiento. En el mismo, Marañón señala que “el resentido vive en un tormento mental del que no se puede zafar”, por lo que el resentimiento mal llevado atrae la necesidad de venganza ante cualquier tipo de amenazas reales o ficticias, con una dramática secuela de complejos y traumas.

Cualquier parecido con lo que ocurre en nuestro país, no es “mera coincidencia”.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!