En un artículo de prensa de Andrés Eloy Blanco, escrito en el año 1945, titulado “Reinaldo Hahn es un accidente de tránsito”, narra cómo al notable músico francés algunos compatriotas se empecinaron en hacerlo venezolano, en contra de su voluntad.

“No es cosa de ponerse a lamentar el hecho de que un gran músico no sea venezolano o denigre de serlo”. Por tanto, decía Andrés Eloy Blanco, no insistan en proclamar venezolano a quien no ha querido nunca serlo ni jamás tuvo un recuerdo, un gesto, una frase para su patria, ni una nota siquiera de su música… Él es hijo de una cosa que le pasó a un alemán que se dio unas vueltas por Venezuela.

Esta corta historia, resumida por mí, pertenencia del poeta cumanés, la he utilizado con la finalidad de entretejer un hecho con otro, a pesar de que ambos nada tienen que ver supuestamente entre sí. Pero es que el oficio de columnista no solo se ha puesto riesgoso en los últimos años, sino igualmente agotador a la par de difícil e intenso. Y estas circunstancias nos llevan, en muchos casos, a echar mano de algunas artes para suavizar un poco las asperezas de ciertos planteamientos expresados con colosales temeridades en tan solo 140 caracteres. Sí, tal como lo hiciere el imperturbable diputado adeco el sábado de la semana pasada. Será que como el músico Hahn, haciendo ahora un símil, es una especie de accidente de “tránsito” en la oposición.

Pero, ¿qué fue lo que dijo ese malhadado día Edgar Zambrano en tan cortas letras que tanto malestar causó en compatriotas, incluso defensores de la dirigencia partidista y de la Mesa de la Unidad Democrática? Cito: “Nadie puede aplaudir sanciones de Estados Unidos a Venezuela”. Esto fue lo que dijo sin que nadie le estuviera preguntando sobre ese hecho, más cuando todos los venezolanos medianamente enterados sabemos que muchos dirigentes chavistas no han adelantado criterio sobre el particular; sencillamente han guardado un silencio juicioso.

Habría que preguntarle al parlamentario blanco si es un pecado mortal, por ejemplo, que países amigos de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, intenten ayudarnos. Que vengan en nuestro auxilio para echarnos una mano para librarnos de las torturas, de los asesinatos, de la corrupción, del narcotráfico, de los gobiernos que te pisan y aplastan con los porrazos de las manoplas y el poderío de la brutalidad. Según ese criterio sí vale abrirle las puertas de la casa a los saqueadores cubanos, a los terroristas del Estado Islámico y que el país continúe por el despeñadero hasta que termine de evaporarse por aquella interpretación equivocada de la autodeterminación de los pueblos. Autodeterminación, por cierto, para unas cosas y para otras las más permeables y serviles.

¿Por qué no protesta el hecho –otro ejemplo más– de que, y en sus narices, llevó a cabo el sábado pasado el gobierno de entregarle al pueblo armas de guerra que según el estatuto de Roma está considerado como crimen de lesa humanidad?, algo más, ¿no serán usadas esas armas, más bien, en su momento contra los indefensos “escuderos” cuando estos decidan retomar las calles?

Finalmente, posiciones como las del diputado cual displicente Reinaldo Hahn le hacen más daño a la MUD y a los partidos de la oposición que los llamados “guerreros del teclado”, críticos implacables e injustos más de las veces.

En el ambiente se percibe una nube espesa y glacial.


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